Corporación Ónix


© Yenny García Almeida, 2012
© ediciones marré, abril 2012
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ediciones marré
oliana, 19
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ISBN: 978-84-92675-76-0
Impreso en España
YENNY GARCÍA ALMEIDA
CORPORACIÓN ÓNIX
ediciones marré

A la memoria de mis padres, porque gracias a
sus doctrinas he llegado a ser un ser humano
completo.
A la memoria de mis hermanos fallecidos.
A mi hermana Dayci, que gracias a su ayuda
incondicional he podido realizar este sueño.
También quiero agradecer infinitamente a mis
amigos porque son un bien muy preciado del
cual me siento orgullosa, han creído en mí mucho
antes de que leyeran relato alguno y creo
que se merecen una mención individual; a Yovany,
a Diana, a Dennis, a Eduardo, a Adriana,
a Andrea, a Margarita y a Soraya, mi amiga de
la infancia.
Gracias, gracias, gracias.

ÍNDICE
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Capítulo I. La Corporación . . . . . . . . . . . . . 15
Capítulo II. El Incidente . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Capítulo III. El Encuentro . . . . . . . . . . . . . . 24
Capítulo IV. La Premonición . . . . . . . . . . . . . 29
Capítulo V. La Vida Anterior . . . . . . . . . . . . 32
Capítulo I (continuación) . . . . . . . . . . . . . . . 38
Capítulo VI. La Persecución . . . . . . . . . . . . . 39
Capítulo VII. El Vigilante . . . . . . . . . . . . . . . 42
Capítulo VIII. Las Vitaminas . . . . . . . . . . . . 44
Capítulo IX. Empatía . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Capítulo X. Pasado, Presente y Futuro . . . . . 51
Capítulo XI. El Concejo . . . . . . . . . . . . . . . . 56
Capítulo XII. La Casa de Cecilia . . . . . . . . . 60
Capítulo XIII. De Vuelta al Presente . . . . . . . 65
Capítulo XIV. Jack . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
Capítulo XV. El Fin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Capítulo I (continuación) . . . . . . . . . . . . . . . 81
Perfiles de los personajes . . . . . . . . . . . . . . . 84

9
PRÓLOGO
Apreciados lectores:
Debo empezar estas líneas comunicándoles que esta primera
obra es el resultado de un proyecto destinado a un film. Por lo
tanto debo informar que la historia se ha realizado en formato
de guion de cine. Así que ofrezco mis más sinceras disculpas a los
demás escritores, que quizás les parezca una excentricidad por mí
parte, pero aún así he de atreverme con esta primera edición. Solo
puedo esperar que la lectura resulte ligera y divertida.
También he creído conveniente explicar el mensaje que va de
forma implícita en estas líneas. Un mensaje que busca adentrarse
en vuestro subconsciente, si me lo permitís, pero no deseo haceros
sentir violentos, sino todo lo contrario, busco llevar la tranquilidad
a vuestras mentes. Porque cada uno de nosotros somos
poseedores de algo muy valioso como lo es la mente humana,
sólo necesitamos un pequeño empujoncito. Y es lo que pretendo
al realizar esta historia en general, daros ese empujoncito, haciéndoos
saber, lo poderoso que puede llegar a ser la mente humana.
Espero que este mensaje y la historia en general os hagan al menos
empezar una hendidura, en fin, no alargaré más mi explicación de
ahora y os dejaré la real:
“La evolución de la raza humana debe empezar desde el interior.
A nivel del pensamiento, a raíz de la mente.
Los seres humanos viven preocupados en demasía por avanzar
a nivel tecnológico, piensan que de esa manera alcanzarán el
summun evolutivo. No han llegado a entender que la evolución
ha de ser interna. Si dejásemos que nuestro interior floreciera,
no necesitaríamos la tecnología para viajar en el tiempo, en el
espacio, o simplemente comunicarnos. Este deseo del ser humano
10
de explorar el universo está arraigado a nuestro subconsciente y
es válido, porque somos el universo y nos llama. Pero la manera
de hacerlo no es la correcta, puesto que cada vez que envían una
nueva expedición, no buscan el conocimiento (la evolución mental),
lo que buscan es colonizar. Entonces ahí es cuando está mal,
porque obviamente es una evolución externa, no interna. Con este
afán de “superación”, lo único que se logra es condenar a otros
seres humanos a una vida de trabajo físico, no espiritual.
Aquí, en este punto, es donde entran y juegan ese papel los
personajes de Corporación Ónix. Seres humanos completamente
distintos, los cuales representan a cada uno de nosotros. Condenados
eternamente a servir a una raza que continúa padeciendo
los mismos problemas, desde que perdimos la memoria ancestral.
Nuestra evolución, la que necesitamos, ya formaba parte de
nuestros ancestros. Pero ciertas organizaciones, léase entre otras
la iglesia católica, nos arrebato ese conocimiento. Volviendo a los
personajes, podemos desglosarlos de la siguiente forma:
Clarisa, Alejandro y Marc, son tres personajes ligados por el
sentimiento del amor.
(Principal hilo conductor para la evolución espiritual).
Clarisa y Alejandro, representan el grupo de personas que desean
evolucionar a nivel espiritual. Poseen el poder, pero Cristian
no se lo permite.
(Podemos ver a Cristian como la sociedad y las famosas organizaciones).
Marc, a parte del sentimiento que demuestra a Clarisa, ama a
Cristian. Entonces el hilo conductor que es el amor se vuelve en
su contra. Marc son las personas que tienen poder de evolucionar
y lo desperdician, entreteniéndose con cosas superfluas. Al final
todo se les vuelve en su contra.
11
Francis y Javier representan al resto de seres humanos, los que
no saben y se niegan a sí mismos que existe ese tipo de evolución.
Son los que maneja la sociedad y las famosas organizaciones (Cristian)
a su antojo. Lamentablemente representa al mayor porcentaje
de la población.
Jack es la representación de todos los que conocen la evolución
interna, pero se retiran a su interior para no ser parte de ese
vaivén absurdo. Quizás uno de los poquísimos que lleguen a un
nivel avanzado, aunque si se lo permiten claro está, ya que Jack en
la historia es condenado como los demás.
Cristian obviamente evoluciona. Pero es errada la forma de actuar,
debido a que el hilo conductor que utiliza es el odio e ira, lo
que le hace evolucionar de forma externa, aunque también posea
el poder de evolucionar internamente.
Conclusión:
Debemos evolucionar a nivel de espíritu y mente. Debemos
dar paso a la era siguiente: La era de los seres humanos capaces
de “ver” a través de la mente”.
Debo aclarar y recalcar, que aunque siempre estuvo en mi memoria
el mensaje implícito y de forma implícita, valga la redundancia;
donde vi con claridad dicho mensaje fue en el encabezado
de la última escena. Recordemos:
ERA INTERGALAXIAL. DÉCADA DE CORINTIOS. AÑO 23555
…primera carta a los Corintios: Capítulo 2, Versículo del 3 al
5. Capítulo 3 Versículo 5. Capítulo 5, Versículo 5.
Esta misma secuencia se repite con la segunda carta a los Corintios,
recomiendo que leáis todo el capítulo entero, es decir: capítulo
2,3 y 5, de ambas cartas…
12
Recientemente se ha desmentido la posibilidad de hacer
viajes en el tiempo. Solo añadiré, que la sociedad
en sí, siempre nos ha ocultado este tipo de información,
así que no esperéis que nos hagan partícipe de
estas verdades. Recordad: tenéis el poder de evolucionar,
no permitáis que la sociedad os manipule, creed,
evolucionad, esa es la voluntad del universo.
13
…en un fondo negro reposa quieto un diario personal
malgastado por el uso. El nombre de CRISTIAN en letras
doradas, resalta en la portada crema del diario.
Bajo el nombre se lee un título: CORPORACIÓN ÓNIX
PROYECTO. En perfecta armonía aparecen poco a poco
ecuaciones de física y mecánica cuántica de color
verde.
Se pulverizan en pequeñas partículas. Caen sobre la
cubierta del diario. El diario se abre. Las páginas pasan.
Muestran recortes de libros sujetos por clips, los
cuales explican breve la teoría de la Relatividad de
Einstein y la Física Cuántica. Las notas en caligrafía,
resaltan en medio de fórmulas de física. Ambas revelan
que han sido corregidas una y otra vez…

15
CAPÍTULO I
La Corporación
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 08:00 AM. FUTURO.
El silencio absoluto reina en la amplia estancia.
Un centenar de cilindros de cristal, erguidos y bien iluminados,
lideran la sala. Dentro de ellos en un líquido transparente reposan
unos cuerpos humanos desnudos, quienes llevan unos aros
metalizados a modo de corona. De los cuerpos emergen diversos
tubitos, los cuales transportan un líquido rojo. Los cables de electricidad
conectados a las coronas, se mezclan con la variedad de
cánulas sanguíneas. Se alzan en lo alto. Salen al exterior del cilindro
por un estrecho agujero.
Un cristal divide la estancia. Da paso a una sala. Las paredes de la
sala contigua, revestidas por varios servidores ofrecen luces diminutas
verdes y rojas. Titilan de forma incesante.
En la pantalla de uno de los ordenadores, se ejecuta un programa.
Analiza minucioso la silueta de uno de los cuerpos. El análisis
finaliza. Aparecen en el monitor unas letras rojas intermitentes
sobre la silueta. Las cuales dictaminan: ADN NO APTO. De forma
automática, uno de los cilindros empieza a drenar el líquido. El
ser humano analizado cae en vertical.
16
El cuerpo se desliza rápido por un extenso y largo viaducto. Serpentea
en el líquido transparente y viscoso.
El ser humano cae en una montaña de cadáveres desnudos. El
brutal choque emite un ruido seco. La montaña empieza un giro
lento en espiral. Se desintegran en una incineradora circular de
lava incandescente sumergida en el suelo del subterráneo.
El color naranja rojizo del fuego intenso, inunda el túnel oscuro.
Ávido devora los cuerpos inertes.
Al final del túnel-cementerio, los rayos del sol se cuelan débiles
por una grieta.
La frágil luz conduce a una alcantarilla.
Fuera de la alcantarilla un majestuoso edificio, en forma de reloj
de arena con fachada de cristal rojo, se erige dentro de otras construcciones.
La fachada interminable ofrece en la azotea, una gigantesca
inscripción plateada en la cual se lee: CORPORACIÓN ÓNIX.
El cristal rojo se transparenta bajo la inscripción.
Muestra tres siluetas humanas, vestidas de negro, entorno a una
mesa rectangular color caoba intenso.
Las siluetas cobran cuerpo y rostro.
La de Clarisa, una mujer joven, morena, con rictus serio, vestida
con un exótico traje de neopreno.
El cabello corto, a la altura de los pómulos, le resalta las ojeras
acentuadas bajo los verdes ojos.
La figura de Cristian, hombre mayor de pelo blanco plateado,
ojos grises de mirada intensa y cara apática-distante. La de Marc,
un atractivo joven moreno, revela un aspecto más neutral.
Cristian y Marc, toman asiento. Clarisa se mantiene erguida e inmóvil
igual a una estatua ante ellos.
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El cronómetro-calendario anti estrés de mesa, en forma de reloj de
arena marca solemne: 08:00 AM.
La fecha se refleja en el soporte del reloj con números digitales: 22
de Diciembre del 2012.
Cristian clava sus ojos grises en Clarisa. Le desliza una carpeta
negra por la mesa.
Los ojos marrones de Marc, emanan un leve halo de emoción al
ver el ligero movimiento que hace Clarisa cuando se aproxima a
la carpeta.
Clarisa indiferente a la demostración sentimental de Marc, abre
despacio el portafolio. La marca blanquecina del dedo anular derecho,
indica haber sido ocupado por un anillo largo tiempo. Lee
el informe en silencio. Un gesto imperceptible en el labio superior,
surca el rostro taciturno y hermoso. Deja de leer. Clava la mirada
en Cristian en una mezcla de piedad y asco.
Cristian le sostiene la mirada incansable…
18
CAPÍTULO II
El Incidente
21 DE DICIEMBRE DEL 2012 08:00 AM. PRESENTE.
Clarisa con ropa de deporte y mirada escueta, sentada en un
cómodo butacón de piel negro, observa como Selena mujer de
pelo canoso, le extrae sangre del brazo.
El líquido espeso y rojo sigue el tubo introducido en la jeringuilla,
llega a un recipiente de cristal puesto en la mesa de la enfermería.
Selena sin decir una palabra acaba con la tarea. Termina el acto
colocando un algodoncito impregnado en alcohol en la vena de
Clarisa, quién presiona el apósito con los dedos. Lo retira y lo tira
en la papelera de residuos orgánicos. Se levanta de la silla igual de
seria. Erguida en la totalidad del metro setenta y cinco de estatura,
camina con pasos firmes por la amplia sala.
Las cintas de correr y el equipo de gimnasia invaden parte de la
estancia. El pequeño pero imponente pabellón de ejercicios dotado
con unas duchas al final del recinto, invita a Clarisa a proseguir
con la rutina diaria.
Sube a una de las cintas. La ajusta a la velocidad máxima.
Clarisa empieza a correr con brío. El sudor le inunda la cara y
cuerpo con rapidez. Se retira el cabello empapado del rostro. Una
pequeñísima cicatriz, en medio de pelo y frente, queda a la vista.
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Unos ruidos parecidos a los típicos de un accidente de coche y un
grito desgarrador de la voz propia: ¡Marc! le invaden el conducto
auditivo. El terrible recuerdo hace que Clarisa corra con mayor
intensidad.
El cuerpo femenino y esbelto al entrar en contacto con el agua
helada, eriza los diminutos vellos rubios del torso de Clarisa. Un
fuerte suspiro emerge de la boca, e inunda la estrecha cabina de
ducha.
La corriente fría resbala gota a gota por el cuerpo, igual a una
cascada de agua cristalina. Unas risas de fondo se escuchan ligeras
y turbias gracias al raudal interminable.
Clarisa acaba con la tormenta helada.
La toalla blanca resplandeciente reposa en la puerta metálica de
la cabina. Las iniciales de CORPORACIÓN ÓNIX en el tejido, resaltan
en negro intenso. Clarisa coge el lienzo. Seca el pelo empapado
con movimientos rápidos de ambas manos. Envuelve el cuerpo
con el paño.
La puerta en vaivén de una de las duchas, da paso a Clarisa. Sonríe
a Francis y a Javier, ambos vestidos con el uniforme de neopreno
negro propio de ÓNIX. Al ver a Clarisa salir de la ducha paran
de hablar.
Los achinados y expresivos ojos de Francis, la siguen por el vestuario.
El pelo negro corto y lacio le da un cierto parecido a Clarisa.
Javier enigmático imita a Francis. La tez oscura semejante al ébano
se funde con el traje negro de neopreno, el cual le hace parecer
una pieza única e inseparable.
Clarisa frente al espejo examina la imagen reflejada.
Pasa los dedos por el cabello húmedo y corto a la altura de los
pómulos, sin dejar de observar los propios ojos.
20
Selena sin mostrar el menor gesto de simpatía, arrastra un carrito
farmacéutico metalizado por todo el pabellón. Extrae del singular
carruaje, tres vasitos.
En cada uno de ellos coexisten tres cápsulas azules.
Selena impasible ofrece la dosis a los agentes.
Clarisa coge el vasito y lo deposita con suavidad al lado del lavamanos.
Francis y Javier cómplices, cruzan miradas de picardía. Cogen los
presentes e ingieren las pastillitas azules.
Selena saca una carpeta marrón de la galera.
Extrae un papel. Retira el adhesivo.
Pega el memorándum en la pared, al lado del espejo del lavamanos.
Selena igual de déspota arrastra el carrito consigo. Lo deja en
el perímetro de la enfermería. Sale por la puerta frontal. Deja a
los agentes solos en el lugar.
El enorme aviso reclama cortés:
SE LE RECUERDA A LOS AGENTES:
MAÑANA 22 DE DICIEMBRE DEL 2012
A LAS 06:00 AM: ANÁLISIS SANGUÍNEO.
SE RUEGA PUNTUALIDAD.
Francis y Javier miran el cartel con sorna, igual de sagaces salen
del sitio.
Clarisa sigue el examen frente al espejo. Escudriña el perfecto
rostro, pensativa se acaricia con la punta de los dedos la cicatriz
de la frente.
El recuerdo punzante del accidente, en forma auditiva, le vuelve
como una epifanía.
Termina la exploración facial.
Busca la indumentaria en la discreta taquilla personal.
21
Solo uniforme, calzado, un recipiente de cera de pelo y un tenue
brillo dorado de una alhaja en la estantería superior, habitan el
armario gris metálico. Frente al espejo coloca una a una las piezas
del traje negro sobre el cuerpo, el cual se adhiere como una segunda
piel a la complexión atlética de Clarisa.
Las botas negras, al estilo militar, conforman el uniforme reglamentario.
Los dedos untados de cera transparente marcan el pelo. Un perfecto
peinado fijado al cráneo, otorga el resultado esperado.
El vasito con las vitaminas, dispuesto a ofrecer el contenido,
reposa quieto al lado del aguamanil. Clarisa eleva el vasito a
la altura del pecho. Observa el interior. Alza la mirada al espejo.
Vuelve a colocar el vasito al borde de la pica. Camina en
dirección a la taquilla abierta. Coge de la estantería superior la
brillante joya.
El aro en los dedos de Clarisa, resplandece con un brillo intenso.
Igual a un ritual regresa al espejo sin dejar de observar el aro. Observa
la propia imagen sujetando el anillo con el índice y pulgar.
El reflejo de la sortija despide un centelleo, lo que hace dibujar
una sonrisa en los labios de Clarisa. Dispuesta a colocar la alianza
en el dedo anular se le resbala. Intenta coger al vuelo el preciado
tesoro. En el intento desesperado lo saca de la ruta aérea con el
dorso de la mano. Cae dentro del vasito con las píldoras. El vasito
baila en círculo gracias al peso de la argolla. Breve pierde el
equilibrio. Cae en el lavamanos. Anillo y pastillas bailan al son de
una rápida danza circular. Las pastillas se escapan por el desagüe.
Clarisa coge la alhaja en el último momento.
En el techo, una minúscula cámara de seguridad registra el acontecimiento.
La cámara enfoca el desagüe del lavamanos.
El recinto dividido por cristales ofrece un ajetreo de trabajadores,
ocupado en las diferentes labores de la CORPORACIÓN.
22
Clarisa con paso firme y seguro camina por los pasillos en medio
de los afanados empleados.
Busca con la mirada, divisa a Selena en el extremo de la sala. Aligera
el paso para alcanzarla.
Javier intercepta a Clarisa, le apremia, debe darse prisa, la reunión
ya ha comenzado. Clarisa vuelve a buscar a Selena de forma visual.
Selena ha desaparecido del lugar. Clarisa acompaña a Javier.
El murmullo de varias voces al unísono, penetra en el tímpano de
Cristian. Impasible observa el cielo azul claro a través del cristal
ahumado de la sala de reuniones.
La llegada de Clarisa y Javier le saca de la sinfonía vocal. Serio y
cordial saluda a los agentes.
Clarisa, Francis, Javier y Marc, se acomodan en las butacas de piel
entorno a la mesa.
El reloj, informa oficial: 21 de Diciembre del 2012. Hora: 08:00 am.
Cristian da órdenes precisas de detener a Jack, el escurridizo hacker
ha desestabilizado el sistema financiero de Francia hace dos
días. La misión es capturarle y traerlo vivo al presente. La última
dirección conocida del sujeto, es en agosto del año 1992.
De ipso facto los agentes ultiman los preparativos.
Francis organiza los microordenadores para el regreso. Un complejo
sistema de audio, video y procesador de moléculas, forman
los aparatitos similares a relojes de pulsera. Ajusta el tiempo del
viaje. En la pantalla táctil se muestra la fecha y hora del día en la
parte inferior. Al lado, el tiempo máximo permitido por viaje:
cuatro horas.
Marc escoge, en la armería camuflada tras la pared de la sala de
reuniones, tres Beretta 93R, pistola/subfusil de fuego selectivo calibre
9X19 mm Parabellum.
El secreto armario muestra una extensa variedad de armas.
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Los Colt 1911 y las Sig-Sauer P220, perfectamente alineadas y
sujetas con soportes metálicos a la pared, relucen en medio de los
Rifles de Asalto M16 Sniper Storm.
Clarisa revisa el informe con los detalles de la operación.
Marc ofrece a Clarisa el arma preparada, le guiña un ojo en señal
de complicidad. Clarisa sonríe halagada. Suelta el portafolio, lo
deja caer en la mesa. Alcanza el arma con la mano derecha. El
aro de oro brilla en el dedo anular de Clarisa. Breve comprueba
cargador y seguro. Apunta divertida a Marc.
Javier, en el ordenador conectado a la máquina del tiempo, introduce
las coordenadas de fecha y hora.
La máquina del tiempo en forma de ascensor, revestido por una
perfecta aleación de titanio y platino, refulge con destellos incandescentes
por la velocidad adquirida. Clarisa observa a Francis y
a Javier inmutables.
El rostro de los agentes muestra una pasividad pasmosa.
El de Clarisa, revela inquietud.
24
CAPÍTULO III
El Encuentro
15 DE AGOSTO DE 1992. 10:00 AM. PASADO.
En la calle solitaria del deshabitado polígono, la fisura del espacio-
tiempo se abre gradual y lenta.
Aparecen en el aire una infinidad de partículas brillantes. Revolotean
igual a pequeñas motas de polvo.
La luz del sol de la mañana, atraviesan las diminutas moléculas.
Una extraña aureola boreal blanca y negra, forman el espectáculo
visual. Las moléculas se unen, una a una, lento y en armonía. Poco
a poco componen las siluetas de tres individuos. La fusión finaliza.
Las figuras adquieren el aspecto de Clarisa, Francis y Javier.
Un fuerte golpe en el estómago de Clarisa, le hace doblar el cuerpo.
Se flexiona por la contracción.
Acto seguido una bocanada de agua emerge de la boca.
Las gotas del líquido acuoso le resbalan por la barbilla. La tos se
apodera de ella.
Francis y Javier al margen, le miran interrogantes.
Aún flexionada, Clarisa sonríe. Hace un ademán de calma, luego,
con el dorso de la mano limpia labios y mentón húmedos. De
inmediato recupera el equilibrio natural.
25
Francis diligente, sin esperar orden alguna, saca una ganzúa de
uno de los bolsillos del traje.
De una hilera de coches, abandonados en la vacía calle, escoge un
Opel Kadett. Abre la puerta del Opel con la improvisada llave.
Veloz, puentea el coche. Sonríe satisfecha al escuchar el ruido del
motor en marcha.
Clarisa y Javier, al oír el sonido de la máquina al arrancar, suben
al vehículo.
Los agentes ponen rumbo a la guarida de Jack.
El pasillo estrecho sucio y oscuro, de la tercera planta del edificio,
muestra frente a la escalera la puerta desconchada del piso de
Jack.
Francis y Javier con las armas preparadas, se apostan uno a cada
lado del umbral.
Clarisa ante de la entrada, mira la obsoleta cámara camuflada en
lo alto del larguero.
Coloca el dedo índice sobre los labios a modo de silencio. Cierra
los ojos. Un murmullo de procesadores en activo, atraviesa los
oídos de Clarisa.
Del conducto auditivo de Clarisa, emerge una corriente de aire
compuestas por diminutas partículas brillantes.
El hálito revolotea entorno a la cabeza de Clarisa.
La brisa mental atraviesa la tosca puerta.
Jack, delgado en extremo, pelo rizado y rojizo, mirada de loco, se
mantiene sentado ante los monitores modelo A3000UX. La energía
se introduce sin ser percibida por el oído de Jack.
Clarisa a través de los ojos de Jack, observa el programa Unix.
Ejecuta a la vez diversos archivos bancarios, empresariales y estatales.
26
Jack observa el monitor vinculado a la cámara de seguridad. La
imagen refleja a Clarisa, a Francis y a Javier tras la puerta. Jack
ajeno a la posesión camina en dirección a la ventana de la cocina,
la cual conduce a una escalera de emergencia. El flujo psíquico
fluye del oído de Jack, recorre la sala y atraviesa la puerta.
Los pensamientos se introducen por el oído de Clarisa, quién abre
los ojos. Con señas le indica a Francis, salir a la calle y a Javier,
le ordena vigilar la puerta. Clarisa de prisa baja las escaleras del
edificio. Francis le secunda.
Clarisa y Francis, a paso ligero en la desértica calle, giran en la
esquina del edificio. Ambas alzan la vista.
Jack abre con cautela el cristal de la ventana, sin apartar la mirada
de la puerta del piso.
Un grito estremecedor hace que Clarisa, dispuesta a trepar por la
escalera, desista de su intento.
En el acto, otea los edificios en busca del sollozo. El quejido vuelve
intensificado.
Los agudos oídos de Clarisa, localizan el chillido.
Proviene del edificio frontal al de Jack.
Clarisa ordena a Francis proseguir sola. Resolutiva camina hacia
la comunidad. Al llegar pega la oreja en la puerta. Varias voces en
el interior amenazan con zurrar al plañidero. Se aparta un poco
y desenfunda con cautela la Beretta 93R. Empuña el arma con
firmeza. De una patada, abre la puerta.
Alejandro, mirada inocente azul cielo, bermudas blancos y franela
del mismo color de los ojos, gimotea pegado a los buzones del
portal frente a tres jovenzuelos mayores.
Clarisa entra segura. Apunta a la cabeza del cabecilla.
27
Los jovenzuelos acobardados por la atemorizante silueta, alzan las
manos. El miedo paraliza al cabecilla. Empieza a llorar. Jura en
medio de balbuceos no volver a reincidir.
Un charco de orina bajo las Nike del chico reafirman las palabras.
Clarisa sin dejar de apuntar a la cabeza del chaval, les sugiere no
regresar otra vez por allí.
Los jovenzuelos afirman vacilantes y turbados. Corren a la puerta
abierta. Uno de los rapaces tropieza, se asesta un sonoro golpe en
la cabeza con el marco de la puerta.
Se levanta confuso y sale tras los colegas. Clarisa observa al pequeño
Alejandro, hecho un ovillo en el suelo. El puño cerrado,
rígido y tembloroso del niño, se abre. Unas monedas caen al suelo.
Emiten el ruido metalizado característico. Clarisa enfunda el
arma. Camina despacio en dirección al niño. Baja a la altura del
crio. Le ánima.
Coloca la mano con suavidad en el hombro de la criatura, a la vez
recoge las monedas del suelo.
Las deposita con ternura en las manitas de Alejandro, quién levanta
la carita cándida del regazo. Los ojos candorosos reflejan gratitud.
Clarisa pasa la mano por los cabellos dorados de Alejandro,
escruta cada mechón con delicadeza. Clarisa sonríe. Pregunta a
Alejandro si se han visto alguna vez. Alejandro niega con la cabeza.
Clarisa le demanda el nombre con curiosidad. Alejandro lo
musita en voz baja.
Clarisa limpia la última lágrima en la cara de Alejandro. Le solícita
no meterse en líos. Alejandro agradecido asiente con la cabeza.
Francis, igual a un mono, trepa ágil por los pasamanos de la escalera
de servicio. Da una voltereta en el aire.
Cae en cuclillas frente a la ventana semi abierta de Jack.
A través del cristal, Francis, sin perder un segundo, propina un
fuerte puñetazo en la cara de Jack.
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El sonido que emana el crujir de huesos de la nariz de Jack, avisa
fractura de tabique. De inmediato la sangre roja y espesa le baña
con rapidez los labios.
Jack cae de espaldas al suelo. El ruido del cuerpo al caer, se mezcla
con el de la puerta de entrada al salir despedida por una fuerte
patada.
Javier con serenidad absoluta accede al piso. Apunta a la cabeza
del proscrito. Francis de un salto, entra por la ventana en compañía
de una lluvia de cristales.
Cae a horcajadas sobre Jack, inmovilizándole. Este empieza a reír
sarcásticamente.
Clarisa emerge del portal de Alejandro. Se encuentra con Francis
y Javier, quienes traen a Jack esposado.
El detenido, con risa nerviosa y nariz sangrante, recorre el cuerpo
de Clarisa con lascivos y burlones ojos. Acaba el repaso con un
silbido de galantería. Clarisa le mira pasar con cara de pocos amigos.
Francis con la culata de la Beretta, golpea a Jack en la cabeza.
Jack emite un sonido gutural de dolor.
El microordenador de Clarisa, emite un sonido intermitente. Clarisa
contesta la llamada. La imagen de Cristian aparece en pantalla.
Cristian ordena a Clarisa darse prisa. Una nueva misión les
espera.
29
CAPÍTULO IV
La Premonición
21 DE DICIEMBRE DEL 2012. 17:44 PM. PRESENTE.
El ascensor del tiempo finaliza el viaje de regreso al presente. El ligero
estremecimiento característico de la advenida, se hace notar.
Las puertas vibratorias metalizadas, reflejan la imagen de la sala
de reuniones. El pórtico se abre con lentitud.
Los destellos aparecen en forma de chispas eléctricas.
Del haz de luz emerge Jack, quién cae de bruces al suelo con un
ataque epiléptico.
En medio del centelleo, las siluetas de Clarisa, Francis y Javier, se
abren paso tras el bulto de carne en convulsión.
Una espuma blanca y viscosa sale de la boca de Jack. Los ojos
desorbitados indican paro cardíaco.
El equipo de enfermero de ÓNIX, a la espera, formados por tres
hombres, vestidos con batas blancas, se encargan de Jack. Le desatan
las manos esposadas a la espalda. Le inyectan un líquido
transparente en el cuello. La respiración de Jack se estabiliza. Los
tres enfermeros le manejan igual a un muñeco. Lo sujetan fuerte
a la camilla.
Lo sacan deprisa del lugar.
30
Cristian hace acto de presencia en la sala de reuniones. Con una
ligera sonrisa en los labios, felicita a los exhaustos agentes acomodados
en el perímetro de la mesa.
Les informa el trabajo de última hora: evacuación de emergencia
en Venezuela, un terrible terremoto se ha cobrado la vida del ministro
de economía.
Francis y Javier acatan las órdenes de inmediato.
Clarisa acompaña a Cristian. Se adentran al despacho privado de
este último.
El recinto lúgubre resulta poco acogedor, debido a la escasa luz
solar por el ocaso inminente y a la sencillez de la decoración, con
apenas un escritorio, un ordenador y un par de sillones.
Clarisa al cerrar la puerta tras de sí, observa en Cristian una sensación
de incomodidad. El aire se vuelve denso de forma inminente.
Clarisa respira con fuerza.
La voz de Cristian emerge de la garganta ronca y lenta. Parece
venida de ultratumba. Cristian pide a Clarisa, las explicaciones
pertinentes de la misión del día. Clarisa le explica la detección de
Jack. Omite el rescate de Alejandro. El recuerdo del niño aovillado
en el portal, le viene en un flash a la mente.
Una gota de sudor resbala por la sien de Cristian, se mezcla con
el pelo blanco de la patilla. Los ojos grises se tornan inquisitivos y
recriminatorios. El enrarecimiento del aire se hace insoportable.
Visiblemente mareada Clarisa cae sentada en la silla.
Cristian le pregunta si está bien.
Clarisa hace un gesto de afirmación.
Cristian la observa, el rictus denota preocupación, la envía a descansar.
31
Cristian frente al ordenador envía el informe de Jack por e-mail
al CONCEJO. De inmediato llega la respuesta.
Un APROBADO al final del informe, produce satisfacción en el rostro
de Cristian.
Un ligero murmullo inaudible invade el despacho.
Cristian otea él entorno. Abandona el sillón poco a poco.
Se acerca a la puerta. La abre con cautela.
El vacío reina en el lugar. Un ligero susurro suave igual a una ráfaga
de aire recorre el oído de Cristian.
Camina en dirección a la mesa de la sala de reuniones en busca
de la conversación. La quietud se apodera momentáneamente de
la sala. De pronto el murmullo reaparece intensificado. Cristian
gira la cabeza de un lado a otro. El silencio sigue siendo su única
respuesta.
La calma se rompe cuando el sonido de un disparo y un desgarrador
¡Clarisa no! de la voz de Cristian, irrumpen en la sala.
Cristian aprieta rígido la mandíbula.
32
CAPÍTULO V
La Vida Anterior
21 DE DICIEMBRE DEL 2012. 19:44 PM. PRESENTE.
En el exquisito cuarto de baño, decorado al más puro estilo minimalista,
Clarisa cubierta con un albornoz, abre el grifo al frío
máximo de la bañera redonda y blanca. Juega pensativa con el
agua. Se deshace del batín y sumerge el cuerpo definido en la
helada agua. Se deja caer al fondo de la tina. Suspira agradecida
por el merecido baño. Cierra los párpados. El cuerpo de Clarisa,
reposa tranquilo en el agua.
El recuerdo de Alejandro, hecho un ovillo en el suelo del portal, le
regresa como un centelleo. Observa como Alejandro alza la carita
del regazo y le mira con ojos llenos de agradecimiento. Se levanta
poco a poco del suelo.
El cuerpo del niño cambia a medida que se yergue. Las extremidades
superiores e inferiores se alargan. El cabello se hace rubio
intenso. La cara cobra poco a poco rasgos de adulto. La barbilla
del niño-hombre, se ensombrece por la barba rasurada. Los candorosos
ojos toman un aspecto viril.
Clarisa da un respingo. Abre los ojos. Escudriña el baño. Con
gesto de dolor se lleva las manos a la cabeza.
33
Los recuerdos se le suceden con rapidez dejando destellos en la
memoria de Clarisa.
Se observa a sí misma, con el pelo rubio y largo, del brazo de
Alejandro adulto, en el pasillo de un supermercado abarrotando
el carrito de chocolatinas y chucherías, a la vez que ríen felices.
Otro recuerdo se le cruza, esta vez preparan una cena de navidad.
Uno más, rompe el anterior: Alejandro llega a un dormitorio
con el desayuno en una bandeja. Una hermosa orquídea violácea
reposa en un florero. Clarisa semi acostada en la amplia cama le
recibe feliz.
Un cuarto recuerdo le allana con fuerza: Clarisa abre la puerta de
una casa, observa como Alejandro baja de un Montero Negro 2.8
TDI con placa y pegatina de la ITV del 2009. Un ramo de orquídeas
violáceas reposan en el brazo del caballero. Clarisa se echa
a los brazos de Alejandro. Le besa con pasión. El galante novio le
corresponde con la misma intensidad. Se aparta de ella con suavidad.
Le susurra dulce al oído: “Feliz día de san Valentín”.
Clarisa abre los ojos como platos. Las convulsiones se apoderan
salvajemente de ella. Arrastra con dificultad el cuerpo de la celda
helada. Titiritando de frío se hace un ovillo en el suelo. Marc llama
a la puerta del cuarto de baño. Clarisa temblorosa en el suelo,
observa la puerta ondulante. Marc insiste, pregunta a Clarisa a
través de la puerta si ocurre algo. Clarisa niega con la cabeza. Se
repone, con un hilo de voz, afirma: todo va bien.
Marc inseguro toca el pomo de la puerta con los dedos, hace un
gesto de giro, duda y desiste.
Anuncia a Clarisa, la visita de Cristian. Se queda a cenar.
Clarisa aterida por el brutal frío, comunica con entereza fingida a
Marc: en unos minutos baja.
34
Cristian imperturbable e intrigante, encabeza la mesa del comedor.
La majestuosa silla de respaldo alto se alza tras él. La mesa
negra y rectangular, preparada con tres servicios, alberga un total
para doce comensales.
Clarisa bastante tensa, con un sobrio vestido negro de vestimenta,
a la diestra de Cristian y frente a Marc, observa la frugal cena
en el plato cuadrado y negro: ensalada de rúcula, tomate cherry,
queso fresco y frutos secos.
El servicio compuesto por tres mucamas extranjeras, sirven sigilosas
y atentas. Marc y Cristian, cruzan miradas de misterio. Marc
rompe el silencio. Habla de lo sano y beneficioso de las cenas a
base de vegetales.
Cristian está de acuerdo con Marc. Clarisa asiente y sonríe. La
conversación se centra en Marc y Cristian: ambos opinan, que es
muy sano e inteligente, llevar una dieta saludable acompañada de
ejercicio físico.
Según los interlocutores es la forma más apropiada para mantener
la salud mental. Preguntan a Clarisa si está de acuerdo. Clarisa les
mira con ojos turbios.
Habla un poco acerca de la rutina, de lo beneficioso de la comida
sana para la salud. El silencio se apodera de la situación. Marc lo
rompe. Cuenta la anécdota de un ex compañero de universidad
obeso.
El individuo en cuestión, adelgaza gracias a una rutina diaria de
ejercicios y dieta sana. Pronto deja la rutina. El resultado catastrófico:
vuelve a engordar, lo que le produce un desorden mental.
Aún se encuentra internado en un psiquiátrico. Clarisa inmutable
observa a Marc, le sostiene la mirada. Cristian pregunta a Clarisa,
si ella ha roto la rutina alguna vez.
Clarisa quita la mirada de Marc, la posa en Cristian.
Responde: siempre cumple con equidad la rutina, son las normas
para ellos los agentes del tiempo, es imposible romper las reglas.
35
Romperlas significaría un mal físico para el bienestar corporal,
no está dispuesta a correr ese riesgo. Cristian sonríe. Alza la copa,
propone un brindis por las rutinas diarias. Clarisa incómoda
sonríe y brinda.
La rodaja de piña frente a Clarisa, desprende un color vivo y fresco.
Una punzada en la cabeza, le hace fruncir el labio superior.
Clarisa se disculpa ante los interlocutores: es hora de retirarse a
descansar.
Cristian y Marc intrigantes le observan marchar.
Clarisa sube por las escaleras en zig zag. En traspiés camina por el
pasillo. Llega a la suite dormitorio.
La enorme king size, ocupa parte de la alcoba. Dos mesitas una
cada lado, forman los escasos muebles del recinto. Los enormes
cristales a modo de pared bordean la cama.
Clarisa camina al lavabo. En el armario del espejo, busca en los
recipientes sin resultado. Cierra el armario.
Clarisa se lleva las manos a la cabeza con gesto de dolor. Se apoya
en el lavamanos. Observa su imagen reflejada en el espejo, turbia
y ondulante. Tiembla y respira con dificultad.
Cristian en el amplio despacho de paredes de cristal, sentado
en el sillón de piel negro observa a Marc, quién le mira
incrédulo.
Cristian gira el rostro hacia al ordenador, puesto sobre el escritorio
negro y sobrio. Al lado del portátil, reposa una impresora.
Cristian teclea. El programa requerido pide una clave de acceso.
Cristian introduce la clave.
El programa avisa: se procederá a recibir imágenes de las cámaras
de seguridad de Corporación Ónix.
ARCHIVO: ZONA DE RECONOCIMIENTO.
36
Cristian pulsa enter. Le hace una seña a Marc. Le invita a echar un
vistazo. En el monitor la imagen se abre:
Clarisa dispuesta a colocar la alianza en el dedo anular se le resbala.
Intenta coger al vuelo el preciado tesoro. En el intento desesperado
lo saca de la ruta aérea con el dorso de la mano. Cae dentro del
vasito con las píldoras. El vasito baila en círculo gracias al peso de
la argolla. Breve pierde el equilibrio. Cae en el lavamanos. Anillo y
pastillas bailan al son de una rápida danza circular. Las pastillas se
escapan por el desagüe. Clarisa coge la alhaja en el último momento.
Cristian y Marc se miran. Marc asiente.
Clarisa, en el lavabo de la suite, cae sentada en el suelo a la vez
que se frota la cabeza con ambas manos. El rostro muestra dolor
físico. De nuevo los recuerdos le atormentan, es esta ocasión se
observa arrastrándose por la carretera en medio de orquídeas violáceas,
en dirección al Montero Negro 2.8 TDI volcado, mientras
grita de forma desgarradora el nombre de Marc. Dentro del coche
el cuerpo de un hombre rubio reposa inconsciente e ileso sobre el
airbag. La ambulancia con el típico pitido estaciona en el arcén.
Francis y Javier vestidos de ATS bajan del vehículo.
La luz de los focos de la ambulancia ciega a Clarisa.
Marc entra al lavabo de la suite.
Clarisa se quita las manos de la cabeza, con respiración difícil mira
a Marc. Este sin emitir ningún vocablo, se agacha a la altura de
Clarisa. Se la queda mirando por unos instantes. Clarisa sigue con
la búsqueda de oxígeno. Con tranquilidad absoluta, Marc se lleva la
mano al bolsillo del pantalón y saca un botecito. Lo abre. Se coloca
en la palma de la mano, tres cápsulas azules. Clarisa observa la actuación
de Marc, hace un intento de levantarse. Marc la coge por el
brazo, suave pero enérgico, Clarisa se zafa de igual manera. Se queda
quieta en el suelo. Marc le coloca una de las pastillas en la boca.
37
Clarisa escupe la píldora. Gira el rostro. Marc la vuelve a observar
por un instante, la coge de la barbilla, esta vez de forma más flexible.
La obliga a verle. Las cabezas de ambos quedan a la misma altura.
Clarisa le observa. Marc le coloca la pastilla en los labios. Clarisa
con un movimiento rápido de la cabeza, propina un fuerte golpe
en la frente de Marc. Desprevenido cae de espaldas. Aturdido se
lleva las manos a la cabeza.
Clarisa sin perder un segundo se acerca a Marc. Le golpea con el puño
en el mentón. Marc rebota en el suelo. Queda semi inconsciente.
Clarisa se yergue. Escupe la pastilla sobre Marc.
En el despacho Cristian escucha el forcejeo. De inmediato teclea
en el ordenador. El rostro de Francis aparece en la pantalla. Cristian
les ordena venir de inmediato a la casa de Marc.
Clarisa en el ático-trastero de la casa, busca deprisa en una caja.
Saca un uniforme junto a unas botas negras militares. Se viste veloz
con la indumentaria.
Clarisa camina por el extenso jardín de la casa. Sortea la pequeña
manada de rottweiler. Los perros se le tiran al pecho en busca de
juegos. Clarisa les observa con pena.
Decidida sigue el camino en dirección al estacionamiento situado
en medio del pequeño bosque. Los canes ladran sin parar. Resuelta,
sube a un Audi S8, aparcado en medio del Hummer Luxury y
la limusina. Arranca. Se aleja por el camino bordeado de robles.
A través del cristal de la ventana del despacho, Cristian observa
como Clarisa se marcha.
38
CAPÍTULO I
(Continuación)
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 08:00 AM. FUTURO.
…Cristian, le sostiene la mirada incansable.
Habla con una parábola: “Quien intente salvar su vida la perderá
y quién la entregue la conquistará. Aquél que quiera imponer su
voluntad por encima de Dios, será derribado como una torre que
cae de pie”.
Clarisa le mira con profunda aversión…
39
CAPÍTULO VI
La Persecución
21 DE DICIEMBRE DEL 2012. 23:00 PM. PRESENTE.
La autopista decorada con luces de navidad, va siendo testigo de
la veloz carrera de Clarisa al volante del Audi S8. Desvía la mira
hacia el retrovisor. Un Nissan Murano se le acerca a la misma
velocidad.
Al advertir al enemigo Clarisa acelera. Sortea a otros vehículos.
Con la maniobra obliga a los conductores a frenar en seco.
En el coche hostil Francis de copiloto y Javier al volante, aceleran.
Copian la maniobra de Clarisa. La alcanzan. Francis baja la
ventanilla del coche. De rodillas en el asiento, apunta a las ruedas
del Audi.
Clarisa se anticipa a Francis. Da un golpe de volante. Desliza el
coche en zigzag por la autovía. Entra en un túnel de doble sentido.
Ambos coches interceptan la vía contraria. Provocan una colisión
de vehículos. Clarisa y compañía salen ilesos con algunos daños
en la carrocería.
La persecución prosigue. Francis dispara a las ruedas del Audi sin
conseguirlo. Deja el maletero hecho un colador.
40
El reflejo de Clarisa en el parabrisas manifiesta tensión por cada
impacto. Vuelve a mirar por el retrovisor del conductor. El Nissan,
se le echa encima.
Los dos coches salen del túnel a pocos metros de distancia. Clarisa
divisa la Corporación. Esta vez acelera al máximo.
Francis y Javier la imitan. Clarisa con rictus de impotencia gira
con brusquedad el volante. Sigue por la vía alterna.
La audaz maniobra acaba con el seguimiento. Deja atrás al coche
enemigo.
Javier aminora la marcha. Dirige el coche hacia la Corporación.
Francis lanza una sonora palabrota. Llama a Cristian a través del
microordenador.
Cristian, en el despacho de Marc, recibe la llamada de Francis:
Clarisa ha escapado. Les ordena continuar alertas en la Corporación
de forma discreta.
Cristian observa a Marc, que lleva una bolsa de hielo pegada al
mentón. Pasea nervioso en círculos por el amplio despacho. Cristian
anuncia la huida de Clarisa. Marc le mira interrogante. Cristian
obvia la mirada seria del hijo. Se deja llevar por las profundas
voces del espacio-tiempo.
Marc continúa el paseo como un león encerrado en una jaula.
Observa al padre en el sillón, impasible, mirada perdida y fría. Le
saca de la concentración. Le exige explicaciones.
Cristian responde irritado por la interrupción del vástago la siguiente
frase:
“Aunque en nuestras manos resida el poder de cambiar los acontecimientos
acaecidos, los que están por venir son inciertos hasta
para Dios”
Marc deja de pasear de ipso facto ante tal contestación. Lanza una
mirada de frialdad a Cristian. Abandona el despacho dando un
portazo.
41
En el Audi, Clarisa divisa una estación de servicio. Se dirige a ella
y aparca ante las miradas de los curiosos transeúntes. El estado del
Audi, resulta un espectáculo digno de ver. Clarisa firme, se monta
en un Ford Focus aparcado al lado de un surtidor. Lo arranca y
se marcha.
En la tienda, el dueño del coche advierte el robo. Corre tras del
Ford. Alza las manos implorantes. Grita al ladrón insultos subidos
de tono. Los viandantes miran incrédulos al hombre.
42
CAPÍTULO VII
El Vigilante
21 DE DICIEMBRE DEL 2012. 23:44 PM. PRESENTE.
Clarisa aparca con sigilo ante uno de los edificios próximos a Corporación
Ónix. Baja del coche. Camina con paso resuelto hacia la
Corporación.
En el atestado estacionamiento de la Corporación, Clarisa tras uno
de los coches aparcados divisa como un camión con símbolos de
productos químicos, se aproxima a la puerta trasera de la Corporación.
El camión estaciona ante el edificio. El conductor bastante
gordo, gracias a las excesivas horas al volante, baja del vehículo.
Abre la puerta trasera de la camioneta. El guarda de seguridad nocturno,
delgado, con cara de amargado, vestido con el uniforme azul
oscuro reglamentario, se acerca con mesura a la puerta abierta. Coge
del cinto la linterna. Enfoca con el haz de luz dentro de la cámara.
Revisa con parsimonia el interior del vehículo. Cajas blancas
apiladas forman el contenido de reparto. Clarisa silenciosa como
un felino, da un rodeo por los coches. Acaba el sigiloso recorrido
situada frente al camión. El conductor hace gestos de impaciencia.
Clarisa aprovecha la tensión de ambos. Rápida se introduce al
interior de la cabina por la puerta del copiloto. Se agazapa en la
parte de atrás. Las voces de conductor y vigilante se hacen nítidas.
El chófer sube al camión. Da las gracias al otro con rin tintín.
Echa un vistazo al reloj de muñeca.
43
El vigilante abre la puerta trasera de la Corporación con lentitud.
El chófer desesperado pone en marcha el vehículo. Accede al subterráneo.
El camión sortea de prisa las columnas del parking subterráneo.
Aparca con brusquedad frente a una puerta blanca, la cual resalta
con el gris oscuro de las paredes.
El cuerpo de Clarisa se balancea en el interior de la cabina.
El conductor baja del vehículo. Arremete contra la puerta del
coche. El portazo retumba en el estacionamiento. Se acerca a la
puerta hermética. El rótulo de entrada reza solemne: “SÓLO PERSONAL
AUTORIZADO”.
El impaciente chófer, pulsa el minúsculo timbre negro. Tres operarios,
dos mujeres y un hombre, con mono blanco impoluto salen
a recibir el material. En un santiamén descargan el contenido. De
igual manera lo llevan dentro de las instalaciones. El conductor
vuelve al camión. Niega con la cabeza. Observa el reloj. El timbre
del móvil sobresalta al piloto. Contesta al teléfono de prisa. Empieza
una acalorada discusión con la mujer. Llega tarde a cenar.
Cuelga el teléfono. Resignado sube al camión. El sonido del motor
avisa la partida. El camión se retira veloz del sótano.
Clarisa tras una columna surge con cuidado. Otea el subterráneo.
Se dirige con pasos cortos a la puerta. Pulsa el timbre. Se oculta
al lado del marco.
Uno de los operarios anterior abre la puerta. Asoma la cabeza.
Clarisa con el puño, le pega un fuerte golpe en la cara.
44
CAPÍTULO VIII
Las Vitaminas
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 00:44 PM. PRESENTE.
Clarisa asoma medio tronco con cautela. El pasillo blanco en forma
de ele, bien iluminado, con varias puertas cerradas, se muestra
amenazador frente a ella. Arrastra el cuerpo inmóvil del operario
al interior del recinto. Con cuidado, cierra la puerta tras de sí.
Camina despacio.
Un rótulo adherido a una de las puertas cercana a la entrada expone:
“ALMACÉN”.
Con cuidado, Clarisa entreabre la puerta del almacén. Recorre
con la mirada el depósito. Estanterías con medicamentos plagan
el recinto. Tira de los brazos al operario inconsciente. Lo deposita
igual que un títere al lado de las estanterías del local.
Una gran variedad de medicinas químicas y naturales alertan a
Clarisa. Nootrópicos varios tales como: Centrofenoxina, Etiracetam,
Anfetaminas diversas, Vitaminas B12, B1, Ácido Nicotínico
y una serie de hierbas naturales como el Ginseng, completan el
secreto almacén. Clarisa revisa los recipientes. El operario suelta
un quejido. Clarisa le pega un fuerte puñetazo en la cara dejándole
inconsciente.
Arranca los precintos de plástico de las cajas apiladas. Ata al operario
con ellos.
45
Clarisa sin hacer el mínimo ruido transita por el pasadizo.
Llega a la esquina. El ruido de una puerta al abrirse en el pasillo
lateral le advierte. Clarisa se queda quieta y alerta.
De la galería contigua, un científico vestido con bata blanca emerge
de una sala.
Clarisa atrapada en el borde del pasaje escucha como los pasos se
acercan inevitables.
El científico se aproxima a la posición de Clarisa, a punto de girar
se vuelve sobre los propios pasos. Accede nuevamente a la sala.
Clarisa aprovecha la soledad momentánea. Avanza por el pasillo.
Una de las puertas entreabierta le invita a echar un vistazo. Entra
con sigilo.
El laboratorio ornamentado con unas mesas rectangulares blancas,
exhibe una serie de instrumentos químicos en pleno apogeo
de elaboración. El líquido azul en las pipetas y tubos de ensayo
burbujea incesante. Varios botes transparentes con pastillas azules
idénticas a las vitaminas diarias, llaman la atención de Clarisa.
En las etiquetas adhesivas de los botes se lee:
VITAMINAS FRANCIS Y JAVIER:
(CONTENIDO: EXTRACTO PURO EN GINSENG Y B12).
VITAMINAS CLARISA: (COMPUESTO MIXTO)
Clarisa apresa este último. Comprueba la etiqueta y el interior
del envase. Se guarda el bote de pastillas en uno de los bolsillos
del traje. Empieza a examinar los diferentes productos almacenados.
La variedad de Nootrópicos antes vista, reposan en las
estanterías.
El sonido de un pitido intermitente resuena en el laboratorio. Clarisa,
al percibirlo, se deja guiar por el ruido. Le conduce a una
puerta. La abre con sumo cuidado.
46
Un nuevo laboratorio se evidencia. Las paredes rodeadas de neveras
y un ordenador en medio de la sala, adornan el lugar. Del
ordenador emerge el sonidillo intermitente.
Clarisa se acerca al monitor. En la pantalla se observa la silueta
de un ser humano. Intrigada por el hallazgo, Clarisa teclea en el
ordenador en busca de la identidad del ser que está analizando el
programa. Aparece una ficha.
En la cédula se lee el nombre de la silueta en análisis:
NOMBRE: JACK
EDAD: 20 AÑOS
APTITUDES: HACKER
CARACTERISTÍCAS GENERALES: APTO
VALORACIÓN DEL CONCEJO: APROBADO
Clarisa observa la palabra Concejo. El ordenador pita. Se lee: ¿Seguir
con la comprobación cerebro-nervioso?
Clarisa pulsa enter. El ordenador empieza el análisis cerebral.
Las letras: COMPROBACIÓN EN CURSO aparecen en la pantalla. En
segundos finaliza el chequeo. Aparecen unas palabras al final
de la ficha.
Pronóstico de tiempo de gestación para Jack: 3 años
Estas palabras confunden a Clarisa, sin saber a ciencia cierta el
motivo de este análisis decide investigar en las neveras. Se dirige
resuelta en dirección al congelador. Abre una de las puertas.
El descubrimiento estremecedor de unas bolsas de sangre con la
inscripción del nombre de CLARISA en la etiqueta, le hacen turbarse.
Revisa las bolsas. Observa otras con el nombre de FRANCIS y
JAVIER.
Las luces rojas y el pitido estridente de la alarma invaden el laboratorio.
Clarisa cierra la nevera de golpe. En un instante se coloca
tras la puerta cerrada de la sala.
47
El científico paseador entra al lugar.
Clarisa ágil lo sujeta por el cuello con el brazo. Acto seguido se lleva
el dedo índice a los labios en señal de silencio. Los ojos verdes
se tornan amenazadores.
El científico tembloroso asiente. De los ojos del hombre apresado
fluye el temor en estado puro.
Clarisa escucha voces de forma ascendente: Edward uno de mantenimiento,
ha sido amordazado y atado en el almacén.
La puerta del laboratorio se abre.
Dos científicos se hacen visibles. Clarisa amenaza a los dos hombres
con matar al compañero. Los científicos estupefactos por la
terrible escena, se apartan con lentitud de la puerta. Clarisa con
el rehén bien sujeto lo arrastra con ella. Los científicos siguen a
Clarisa y al rehén. Intentan hacer entrar en razón a la agente.
Cristian, en el despacho de Marc, habla con el Concejo a través
del ordenador.
La penumbra apenas deja a la vista a la comitiva sentada entorno
a una mesa. El séquito compuesto por Cristian Padre, hombre
vestido de riguroso negro y con una bombona de oxígeno pegada
a la boca ofrece un aspecto cansado pero enérgico. A la diestra de
Cristian Padre, Ítalo, moreno, militar consagrado con varias medallas
de honor en el uniforme. A la izquierda de Cristian padre,
Liv, mujer blanca con mirada ausente. Las incurables cataratas
plagan los dos iris de Liv. Cristian Padre se aparta el respirador
con dificultad. Habla en voz baja, imperceptible para Cristian Hijo.
Ítalo acerca el oído a Cristian Padre. Asiente con la cabeza.
Gira el rostro al monitor. Explica a Cristian la decisión del padre,
debe deshacerse de Clarisa.
Cristian Hijo arruga los labios. Habla breve: no está de acuerdo
con la decisión, los experimentos llevan un curso brillante, pero
se debe pensar con detenimiento la acción. Clarisa resulta imprescindible
para la Corporación.
48
Cristian padre habla. Ítalo traduce a Cristian Hijo. Debe capturarla
y someterla al lavado de cerebro. De lo contrario debe prescindir
de ella.
Cristian Hijo con mirada penetrante observa a Cristian Padre.
Liv abre los labios, explica con contundencia que no hay cavidad
para los sentimientos. Debe hacer lo que se le pide, si cuestiona la
orden o deja de cumplirla habrá represalias para todos. Cristian
Hijo asiente.
Cristian Padre se coloca el respirador en la boca. La respiración se
escucha a través de los altavoces.
La videoconferencia finaliza.
Cristian hijo se queda quieto frente al monitor. La imagen de
Cristian se refleja en el LCD.
Clarisa con el rehén-científico apresado logra salir al pasillo. Los
científicos conciliadores avanzan paso a paso. Clarisa les ordena
parar, en señal de advertencia aprieta el cuello del rehén. El científico
gime. Los científicos mediadores acatan la amenaza.
Clarisa logra llegar airosa a un ascensor.
La ranura al lado del ascensor requiere una tarjeta de identificación.
Clarisa busca la tarjeta en los bolsillos de la bata del amedrentado
científico, quién ruega en medio de sollozos por su vida.
Clarisa encuentra la preciada llave. La pasa de prisa por la ranura.
Las puertas se abren a la lentitud propia de la máquina.
Clarisa se cuela en el ascensor sin soltar al rehén. Presiona el botón
de la planta 35. Dentro de la valiosa salida empuja al científico
fuera.
El científico cae de rodillas horrorizado y tembloroso. Los compañeros
llegan a él, le levantan del suelo con cuidado a la vez que
procuran animarle.
49
CAPÍTULO IX
Empatía
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 01:44 AM. PRESENTE.
En la cafetería de la Corporación, Francis golpea la máquina de
café con impotencia. El ataque parece casi personal. Javier la retira
con suavidad. Con paciencia infinita extrae un café solo sin azúcar.
De la boca de Francis fluye una sarta de improperios. Maldice a
Clarisa y a los antecesores, e incluye al tal Alejandro en las bienaventuranzas.
A la vez se maldice a sí misma por no haber sido
más rápida y haber fallado a la Corporación. Javier con tranquilidad
le ofrece el vasito con la infusión humeante. Le pide calma.
Deben confiar en el buen hacer de Cristian, siempre sabe resolver
los conflictos. Francis coge la bebida y bebe el café de un sorbo.
Con agresividad estruja el vasito. Lo tira en la papelera igual de
violenta. La alarma de seguridad empieza a sonar con pitido estridente.
Las luces rojas advierten la presencia del intruso. Francis y
Javier corren en busca de la fugitiva.
Clarisa sale del ascensor. La alarma incansable le apremia.
Corre a la sala de reuniones.
Va directa a la armería. Escoge una Sig-Sauer P220 con munición
suficiente y el preciado microordenador de regreso. Resuelta se
dirige al ordenador central de la sala e introduce la siguiente fecha:
14 De Febrero del 2009.
50
Hora de llegada: 20:00 PM.
Clarisa penetra en el ascensor del tiempo. Las puertas empiezan a
cerrarse. Francis en compañía de Javier, llegan a la sala de reuniones.
Francis se precipita al ascensor.
Los primeros chispazos resplandecientes hacen aparición.
Francis, en el último momento, introduce el brazo derecho en
la ranura. Las puertas apresan el brazo de Francis, quien grita a
Javier detener el viaje.
Javier horrorizado intenta parar la máquina sin resultado.
Dentro del ascensor los destellos se hacen cada vez más intensos.
La descompresión molecular se avecina inevitable.
Clarisa observa la desesperación de Francis por salir de la guillotina.
De inmediato los pensamientos de Clarisa en forma de brisa
brillante salen por el oído y atraviesan las puertas del ascensor.
Entran por el conducto auditivo de Francis.
Clarisa a través de los ojos de Francis, observa el brazo atrapado.
Escucha los pensamientos de Francis. Una mezcla de palabras inteligibles
de total desesperación, angustia y mucha confusión se
hacen nítidos. La brisa mental abandona la mente de Francis por
el conducto auditivo.
Traspasan las puertas del ascensor. Se introducen por el oído de
Clarisa. Sin dudar se acerca a las puertas. Hace un esfuerzo sobrehumano.
Las abre los milímetros suficientes para liberar a Francis
de la terrible amputación.
Francis cae sentada al suelo de la sala de reuniones. Mira estupefacta
el brazo ileso. Javier corre a ella. Le abraza.
Francis en estado de shock sigue con la mirada fija en el brazo
sano.
51
CAPÍTULO X
Pasado, Presente y Futuro
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 07:00 AM. FUTURO.
Clarisa, con cara de agotamiento, reposa sentada en la king size
de la amplia habitación. La luz de la mañana baña el lugar. Clarisa
observa la mesita que se encuentra al lado de la cama. Abre el
cajón. Un paquete de cigarrillos, con el precinto intacto, reposa
en la gaveta. Clarisa observa la cajetilla. Se frota los ojos. Suspira.
Echa una mirada de reojo al estuche de tabaco. Busca en el bolsillo
del traje. Extrae el botecito con las pastillas azules. Aprieta con
fuerza el recipiente. Lo estruja con impotencia contra la frente,
a la vez respira con dificultad. El sonido del microordenador le
sobresalta. Desvía la mirada hacia el aparatito.
La fecha y hora aparece en la parte inferior de la pantalla: 22 de
Diciembre del 2012. 07:00 AM. Atiende a la llamada. La imagen
de Liv aparece en la pantalla.
Los ojos blanquecinos de Liv extrañan a Clarisa.
Inquiere a Liv de forma tajante quién es y que quiere.
Liv se presenta: soy Liv Hunted. Máximo dirigente del departamento
financiero de Corporación Ónix. Clarisa le mira sin mostrar
mucha extrañeza por la información recibida.
52
Liv continúa. Debe ir a la Corporación. En una hora hablará con
Cristian. Clarisa ríe en una mezcla de sarcasmo y tristeza. Mira a
Liv, le explica que es imposible hablar con Cristian. Liv insiste. Debe
evitar el asesinato de Cristian. Es la única que puede detenerla.
Clarisa le observa. Liv le ofrece la oportunidad de salvar su vida.
Clarisa niega con la cabeza. Eso es imposible, no se puede revivir a
los muertos. Liv le responde que si cumple con la misión se olvidaran
de ella. Evitaran su secuestro. Clarisa le replica no creerle. Liv le invita
a ver el punto rojo que tiene en la espalda a la altura del corazón.
Clarisa se levanta poco a poco de la cama. Se gira con lentitud.
Clarisa baja la mirada al pecho. El punto rojo de una mira laser,
resplandece en el pecho de Clarisa.
Liv le informa: dos posibilidades ante ti Clarisa: salvar tu vida
anterior o morir ahora. Clarisa medita. Liv le dice cortante: haz
lo que se te ordena. La videoconferencia se cierra.
Clarisa escudriña a través del cristal.
Francis acostada en la rama de uno de los robles, sujeta con firmeza
el Fusil de Asalto M16 Sniper Storm.
A través de la mirilla telescópica observa a Clarisa escudriñar fuera
del cristal. Francis musita: Pum.
Javier a pie del roble con unos binoculares pegados a los ojos, le
recuerda no disparar.
Francis lanza un suspiro de añoranza.
14 DE FEBRERO DEL 2009. 20:00 PM. PASADO.
En la fisura del espacio-tiempo, en medio de una urbanización
en construcción, Clarisa con las manos apoyadas en las rodillas
vomita sin parar.
53
El clima frío le azota sin piedad el rostro.
Unas pequeñas gotas de sangre le resbalan por las grietas de los
labios. Se recupera con lentitud.
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 07:37 AM. FUTURO.
Clarisa camina en dirección a la Corporación.
El color rojo del edificio se mezcla con las nubes naranjas del
amanecer. Los guardias vestidos con ropa militar y armados con
sendas Beretta, le ordenan alzar las manos.
Clarisa altiva obedece. Uno de los guardias le cachea. Clarisa le
dice de forma terminante que esperan por ella.
Otro de la comitiva de seguridad habla por walki talkie. Informa
dejar pasar a Clarisa. El guardia le hace un gesto de avancé con
la cabeza. Clarisa le echa una mirada, una de esas que profesan la
necesidad absoluta de acabar con la vida del guardia. Tanto ella
como el guardia se sostienen la mirada por unos segundos. Una
vez acabado el desafío visual Clarisa se adentra en la Corporación.
Observa como los empleados le miran con temor. Clarisa
obvia las miradas de terror y avanza decidida hacia los ascensores.
Las puertas abiertas de uno le invitan a subir sin demora.
Clarisa dentro del ascensor pulsa la planta 35.
Clarisa abre la puerta de la sala de reuniones.
Se interna con cuidado. Con la mirada otea el recinto. Una mancha
de sangre reciente invade el suelo de la entrada. Clarisa pensativa
bordea la mancha. Camina hacia al despacho. Toca el pomo
de la puerta. La abre con lentitud.
54
Dentro del despacho, busca en el ordenador. Teclea deprisa.
Extrae un pendrive del cajón del escritorio. Lo inserta en el ordenador.
Las voces de Cristian y Marc, se escuchan a través de la
puerta cerrada del despacho. La voz de Cristian se hace nítida. Un
gesto de estupor se dibuja en el rostro de Clarisa.
Se escucha la voz enérgica de Cristian, quién exige limpiar la mancha
de sangre de inmediato.
14 DE FEBRERO DEL 2009. 20:30 PM. PASADO.
Clarisa agazapada tras los arbustos del parque de la modesta urbanización,
escucha con nitidez las campanas de la iglesia. Le anuncian
las 20:30 PM.
Un Montero Negro 2.8 TDI con placa del 2009, aparca frente
a la casa vigilada. Alejandro adulto baja del coche. Rubio como
el sol, alto igual a un cocotero, coge un gran ramo de orquídeas
violáceas del asiento del copiloto.
El sonido del corazón palpitante, inunda el conducto auditivo de
Clarisa, decidida, hace un ademán de ir al encuentro de Alejandro.
La puerta de la casa se abre. Clarisa se coacciona y se queda
en cuclillas tras los arbustos. Se mira a sí misma salir de la casa
con el pelo largo y rubio. Los ojos verdes brillantes igual a dos
estrellas, rebosan felicidad. La rubia Clarisa se lanza a los brazos
de Alejandro, coge el ramo y en señal de recompensa le besa en
los labios con pasión.
Un fuerte dolor en la cabeza de Clarisa hace que se lleve las manos
a la cabeza. Se retuerce por el dolor. Las convulsiones se apoderan
de ella. Cae en el suelo. La saliva espesa fluye de los labios. Clarisa
se queda inconsciente.
Clarisa rubia y Alejandro adulto, abrazados y felices, suben al
Montero Negro 2.8 TDI. Arrancan y se marchan.
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Unas botas militares se acercan al cuerpo desvanecido de Clarisa.
El traje negro de neopreno recorre el cuerpo hasta la altura de la
cintura. Se inclina hacia Clarisa. El pelo corto y negro de la misteriosa
mujer, le cae a modo de cortina en el rostro. Le otorga un
cierto parecido a Francis. Se coloca a Clarisa con suavidad en el
hombro izquierdo.
La misteriosa mujer con Clarisa cargada, se queda observando la
casa.
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 02:20 AM. PRESENTE.
En el laboratorio químico de Corporación Ónix Javier llama a
Cristian, le informa de los acontecimientos acaecidos.
Edward en compañía de los científicos intimidados conversa acerca
del suceso. Ha sido la experiencia más atemorizante de su vida.
Cristian ordena a Javier continuar atento.
Javier comunica a Cristian la situación de Francis. Ha desaparecido
de momento. Cristian le exige localizar a Francis.
56
CAPÍTULO XI
El Concejo
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 07:07 AM. FUTURO.
Italo y Liv, mantienen una conversación en la sala de junta siempre
en penumbras. La mesa ovalada y amplia de color caoba ocupa
la parte más alta del recinto.
Ítalo inquiere a Liv sobre la propuesta hecha a Clarisa. Liv sonríe,
jamás dejaran que Clarisa abandone la Corporación.
14 DE FEBRERO DEL 2009. 21:21 PM. PASADO.
Las tinieblas en la oscuridad se disipan poco a poco, las figuras
toman formas y los colores cobran intensidad. El recinto formado
por siluetas, se convierte de forma paulatina en un salón al estilo
setentero.
La lámpara de techo plateada y antigua, similar a un ancla, pende
amenazante sobre la cabeza de Clarisa. Ante la visión se incorpora
de golpe. Reposa sobre un mullido sofá negro.
La penumbra inunda el lugar, la cual le impide ver a la misteriosa
mujer sentada en el sillón frontal al sofá.
57
Clarisa se lleva las manos a la cabeza. Diversas luces diminutas
aparecen ante los ojos de Clarisa. Las lucecitas forman siluetas
ondulantes. Clarisa se frota los ojos a conciencia. Revisa el derredor
con la mirada.
Da un respingo. Repara en la presencia de la misteriosa mujer.
Clarisa se lleva la mano al cinto vacío, en busca de la Sig-Sauer
P220. La misteriosa mujer igual a una efigie le observa en silencio.
Clarisa, paralizada por el descubrimiento, se mantiene alerta
y preparada para el ataque. Observa con detenimiento al sujeto.
Intenta divisar algún detalle en general. El rostro imposible de definir,
solo evidencia absoluta seriedad. La misteriosa mujer, arropada
por la obscuridad, acerca medio cuerpo a la mesa de centro.
En un servicio de té, vuelca el agua humeante de la jarra de cristal
en una taza de porcelana con dibujos inspirados en la campiña.
Bajo la incrédula mirada de Clarisa, termina la preparación de la
infusión de ginseng con la justa medida de azúcar. La misteriosa
mujer ofrece a Clarisa la taza con la bebida junto a un cigarrillo.
Clarisa acepta la primera ofrenda con recelo. Niega el segundo
obsequio. La misteriosa mujer enciende el despreciado cigarrillo.
Clarisa intenta divisar el rostro en medio de los tenues chispazos
del mechero. Lo único definible es el pelo negro y corto a la altura
de los pómulos. Pregunta si es Francis y ordena tajante como
agente superior que le deje en paz. No habrá represalias para
ellos. Entiende la postura de ambos. La misteriosa mujer guarda
silencio, a la vez que da caladas intensas al pitillo. Clarisa hace
un ademán de tirar la infusión en la cara de la misteriosa mujer.
Quién se antela al movimiento. Rápida pega un puñetazo a Clarisa
en el rostro. El cuerpo de Clarisa rebota en el sofá por el bestial
golpe. La taza, en las manos de Clarisa, sale despedida y explota
contra la pared. La lluvia de porcelana salpica el suelo.
Clarisa cae fulminada.
58
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 02:44 AM. PRESENTE.
La limusina negra recorre las calles rayando la velocidad permitida.
Se dirige rauda a la Corporación.
En los cómodos asientos de piel, de la parte trasera del exclusivo
vehículo, Cristian con las voces del tiempo taladrando su sistema
auditivo discute con Marc.
Marc, con sendas tiritas en mentón y frente, exige buscar a Clarisa.
La responsabilidad conyugal, le obliga hacer entrar en razón a
la flamante prometida. Cristian le ordena tajante guardar silencio.
Marc deja de hablar.
Ambos miran por la ventanilla correspondiente.
14 DE FEBRERO DEL 2009. 22:22 PM. PASADO.
En medio de los robles de la casa de Marc, una silueta se camufla
con la oscuridad de la noche.
La misteriosa mujer se cuela en el bosquecillo.
A penas se atisba los pómulos marcados por el pelo corto y lacio.
Observa la casa. Los cristales emanan una suave luz, la cual ilumina
tenue la fachada. Se dirige con sigilo al patio. La oscuridad
baña por completo el rostro de la misteriosa mujer.
Con sumo cuidado, la misteriosa mujer entra por la puerta de
servicio. La cocina a oscuras amplia y bien dividida, con armarios
blancos deshabitada a esa hora de la noche, permite a la misteriosa
mujer internarse sin inconvenientes.
La misteriosa mujer deja tras de sí el recinto, por la puerta de
cristal corrediza. El amplio comedor vacío y oscuro, le permite
continuar con el recorrido.
59
El sofá de piel blanco, al lado de una chimenea eléctrica, resalta
en la oscuridad de la sala de estar.
La misteriosa mujer bordea la chaise longue. Sube por las escaleras
al aire. Camina por el pasillo blanco y espacioso. Se acerca a la
puerta del despacho de Marc.
Pega el oído a la puerta. La nuca queda a la vista con la inclinación.
El silencio le invita a abrir la puerta con discreción.
Se interna en el despacho en penumbras. Saca un pendrive del
bolsillo del traje. Lo inserta en el ordenador. Teclea.
Unos pasos se escuchan fuera del despacho.
Una voz masculina se hace nítida.
La misteriosa mujer, arropada por la oscuridad, observa la puerta
del despacho. El pomo empieza a girar.
En el monitor el programa pide: ¿Imprimir archivo?
La puerta se abre. Da paso a Marc, quién sonriente entra al despacho.
Habla por el teléfono móvil. Enciende la luz.
La soledad habita en el lugar.
Marc sigue la conversación. Se encuentra satisfecho, el secuestro
de Clarisa ha sido un éxito. Marc continúa la charla por teléfono
sin reparar en el pendrive insertado en el ordenador ni en el
monitor. El ver pronto a Clarisa en la Corporación, le mantiene
eufórico. Habla acerca de Alejandro. Marc asiente. Está de acuerdo
en llevarlo al hospital, a su vez ordena transportar el cadáver
suplente de Clarisa. Marc finaliza con la llamada. Se dirige al sillón.
El móvil de Marc empieza a timbrar. Marc sin llegar al sillón
contesta el móvil. Asiente a la vez que confirma que sale enseguida.
Marc apaga la luz. Abandona el despacho. La misteriosa mujer
emerge poco a poco de debajo del escritorio. De prisa envía la
orden a la impresora.
Las hojas impresas con los informes del CONCEJO empiezan a salir.
60
CAPÍTULO XII
La Casa de Cecilia
14 DE FEBRERO DEL 2009. 23:00 PM. PASADO.
Clarisa despierta de súbito en el sofá. De un salto busca a la atacante
por doquier. Solo ella habita el lugar.
Sin bajar la guardia busca el interruptor de la lámpara de pie. La
luz ilumina el recinto.
El suelo impecable, la mesa de centro recogida.
Las telas de arañas y el polvo acumulado denotan la falta de vida reciente.
El sonido de un objeto al caer en la planta superior, la alerta.
La escalera lateral, estrecha y familiar, le invitan a subir. Se dirige
hacia la escalera, ajena al cuadro de un árbol genealógico que encabeza
el mueble del teléfono.
El árbol pertenece a la estirpe de los Laboy.
Clarisa conservando la cautela, sube las escaleras escalón a escalón.
El armario de cristal repleto de tomos, engalana medio pasillo.
Una serie de libros de Psicología abarrotan la librería. Clarisa fija
la atención en un epígrafe enmarcado, que se hace hueco en medio
de los ejemplares.
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OTORGA EL TÍTULO DE LICENCIADA EN PSICOLOGÍA A:
Clarisa Smith Laboy
Fija la atención en la fecha en el que ha sido concedido: año 2008.
Pensativa dirige la mirada a las tres puertas cerradas de madera,
una al frente, las otras dos a cada lado.
Se decide por la puerta de la diestra. La abre despacio.
Las penumbras invaden la habitación. Apenas se divisa una cama
individual, un escritorio y un armario antiguo.
Clarisa abre las puertas del armario. El vacío inunda la cómoda.
Sigue la inspección por el cuarto. Abre el cajón del escritorio. El
polvo cubre la cubierta de un diario color rosa. Enciende la luz de
la lámpara de mesa. Inspecciona el interior de las memorias. Una
foto resbala de las páginas y cae al suelo. La foto muestra a una
mujer y a un hombre de una treintena de años.
La mujer parecida a Clarisa, sonríe feliz al lado del hombre quién
ofrece la misma sonrisa radiante y satisfecha de la acompañante.
Al fondo del retrato se alza sublime la torre Eiffel. En el reverso
escrito con letra cursiva, reza el siguiente memo: Aniversario en
París… Cayetano y Clarisa.
Clarisa absorta observa la foto. La dobla con cuidado y la guarda
en uno de los bolsillos del traje.
En el pasillo prosigue la indagación por el resto de la planta.
Abre la puerta frontal. Se desconcierta. Da un paso atrás.
14 DE FEBRERO DEL 2009. 23:23 PM. PASADO.
Alejandro adulto se despierta repentinamente. Confundido observa
el entorno. Se encuentra en una ambulancia. Palpándose, revisa
62
cara y cuerpo. Se levanta con precaución de la camilla. La puerta
trasera de la ambulancia se abre. Aparece la silueta de Francis
vestida de agente.
Alejandro la ojea con recelo. Le inquiere que ha pasado, quién es
y donde está Clarisa.
Francis le responde a las preguntas una a una. Se presenta como
Agente de Policía. Han tenido un accidente. Le llevaran enseguida
al hospital.
La mirada fría y autosuficiente de Francis hace que Alejandro
vuelva a preguntar por el paradero de Clarisa. Francis contesta
que está bien. No tiene de qué preocuparse.
Alejandro fija la atención en el traje de Francis. De inmediato la
mente de Alejandro ata los cabos sueltos. Repara que el traje de
Francis es idéntico al de la mujer que le salvo a sus once años. Sin
saber con exactitud lo que pasa, intenta desconcentrar a Francis
explicándole su buen estado físico.
Con cara cortante, Francis mira a ambos lados. Se lleva la mano
al cinto ocupado con una Beretta. Toca la culata con la punta de
los dedos.
De soslayo, Alejandro observa el gesto. Da un paso en dirección a
la puerta. Continúa con la charla.
Francis suelta un suspiro sin sonido. De inmediato desenfunda la
Beretta. Apunta a Alejandro.
Con una rapidez pasmosa, Alejandro sin perder un segundo, se
inclina. Deja caer el cuerpo atrás, a la vez alza la pierna con maestría.
Pega una patada a la Berreta. El arma sale despedida. Cae
dentro de la ambulancia.
Francis sube a la ambulancia de un salto. Alejandro se yergue de
inmediato. Francis le propina un puñetazo en la cara. Alejandro
recibe el golpe con entereza. Acto seguido se pone en guardia.
Francis hace un gesto con ambas manos.
Le invita a pegarse con ella. Alejandro y Francis, se enzarzan en
una pelea de puñetazos, patadas y demás. De una patada, Alejandro
la saca de combate. Francis cae de bruces cerca de la Beretta.
63
Alejandro aprovecha el aturdimiento de Francis. Corre fuera de la
ambulancia. Francis se apodera de la Beretta.
Alejandro observa el enorme edificio de la Corporación ante él.
Francis baja de la ambulancia. Dispara por la espalda a Alejandro.
La bala recorre el trayecto veloz. Se aloja en el hombro de Alejandro.
Quién cae de bruces al suelo con brusquedad. Francis se acerca
a él. Alejandro en el suelo se retuerce de dolor. Hace un gesto
de levantarse. Francis le apunta a la cabeza mientras le sugiere con
un gesto que desista en su intento.
14 DE FEBRERO DEL 2009. 23:14 PM. PASADO.
Clarisa se desconcierta por el reflejo súbito de ella en el enorme
espejo de pie del cuarto de baño. Clarisa cierra la puerta del lavabo
con recelo.
Las penumbras invaden el interior del lavabo. De forma paulatina
la silueta de la misteriosa mujer se aparta del espejo.
Clarisa entra en la siguiente habitación.
La estancia amueblada con una cama doble y un gran armario
forman el lugar. Clarisa revisa el armario. Ropa de mujer mayor
mora en el aparador. En el cajón superior halla un álbum de
fotos.
Diversos retratos con una mujer parecida a la de la fotografía
anterior, muestra a la viajera en diferentes lugares geográficos,
tales como las pirámides de Egipto, Praga, la Selva Sudamericana,
el gran cañón, etc. Siempre le acompaña una cámara fotográfica
colgada al cuello. Busca en cada página, sin obtener el resultado
esperado suelta el álbum en el armario. Remueve la ropa, revisa
los bolsillos de las chaquetas y demás.
64
El ardor de la garganta por la falta de hidratación le hace acariciar
el cuello. Tose un poco. Parte de la habitación.
En el pasillo, echa un último vistazo al título.
Baja las escaleras.
La mesa del teléfono espera al final de la escalera.
Clarisa advierte el cuadro sobre la mesilla. Observa el dibujo del
arbusto, con las fotos y nombres de la familia.
El apellido Laboy, engalana el pintoresco árbol del destino. Las
fotos de Cecilia y Clarisa Laboy resaltan en medio de otras.
Clarisa aprieta la mandíbula.
En la mesa de centro, la Sig-Sauer P220, puesta sobre una carpeta
negra, demanda un último vistazo. Clarisa se apodera de la carpeta.
Revisa el interior.
Una nota en primera plana con letra forzada, requiere afable:
Clarisa, tu búsqueda finalizará en tu presente.
Una amiga
Sigue la indagación en la carpeta. Contiene el informe detallado
del Concejo. Clarisa lee los informes.
Cristian Padre, Italo y Liv forman el Concejo. Clarisa cierra la
carpeta. La guarda dentro del traje.
Comprueba el arma. Escudriña el entorno. Silencio absoluto.
65
CAPÍTULO XIII
De Vuelta al Presente
14 DE FEBRERO DEL 2009. 23:23 AM. PASADO.
En la calle, las parejas festejan el gran día. Una manada de novios
apasionados se interpone ante la mirada de Clarisa. Quién camina
decidida en medio de ramos de rosas, de diferentes colores. Globos
rojos en forma de corazón, desean febriles un feliz día de la
amistad.
Clarisa escapa de la bulliciosa calle. Desvía el tránsito a un callejón.
Calma la garganta sedienta con agua de una tubería. Frunce
los labios, el agua calcificada resulta desagradable. Agachada
en la fría calle, los recuerdos punzantes se convierten en breves
destellos de luz, ante los entrecerrados ojos de Clarisa. Respira
profundo.
La fisura del espacio-tiempo, invisible y traslúcida, espera paciente
al viajero. Clarisa comprueba la hora en el microordenador:
23:44 PM. Ajusta la fecha de vuelta: 22 de diciembre del 2012.
El cuerpo empieza a desintegrarse poco a poco. La nada envuelve
la urbanización a medio construir, de aquél día de San Valentín.
66
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 03:03 AM. PRESENTE.
El chófer uniformado con traje negro y gorra típica, diligente abre
la puerta trasera de la limusina aparcada.
Cristian y Marc descienden del coche. La Corporación espera erguida
frente a ellos.
Cristian, Marc y Javier, congregados en la sala de reuniones, ejecutan
el plan para apresar a Clarisa, ya que la fugitiva ha de volver
en cualquier momento.
La materia sufriría consecuencias irremediables si sobrepasa el límite
de cuatro horas. Conclusión: esperar frente al ascensor.
Francis hace aparición en medio de la reunión.
Cristian continúa el plan de ataque, no hay tiempo para perder
en preguntas.
Javier coge a Francis por el brazo. Le inquiere en voz baja al oído:
¿Dónde has estado? Francis responde tranquila e igual de misteriosa:
Descansando. La casi amputación le mantiene afectada.
Cristian da órdenes de traer al equipo de enfermeros preparados
para intervenir.
Francis y Javier, han de apuntar a la puerta en cuanto empiece la
advenida.
Marc interviene, se niega en rotundo. No desea recibir a Clarisa
con un arma. Cristian ordena al hijo mantenerse al margen. Marc
suspira impotente. Se deja caer en uno de los sillones. Masajea
cansado los párpados.
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 03:30 AM. PRESENTE.
Francis, a dos metros de las puertas del ascensor, firme, segura,
sin mostrar un mínimo gesto de piedad, apunta con el Colt 1911.
67
El leve estremecimiento del ascensor indica la llegada del viajero.
Javier a un metro de Francis, apunta igual de desafiante.
Cristian aguarda inmóvil tras los agentes.
El equipo de enfermeros, jeringuilla en mano, camilla preparada,
esperan lacónicos en la esquina de la sala.
Marc tras Cristian, con ojos de desesperación, se mantiene petrificado.
Las puertas con la lentitud característica se abren poco a poco. La
luz brillante envuelve por segundos la caja del ascensor. Francis
y Javier, esperan la disipación de los destellos. La nada, aparece
frente a los sorpresivos ojos de Francis, Javier, Cristian y Marc.
Con cautela, Francis se aproxima a las puertas. Otea el umbral. El
deshabitado ascensor, expone en el suelo un aro de oro. Francis
baja a la altura de la joya.
Marc impaciente, se abre camino en medio de Cristian y Javier.
Francis se aparta. Permite a Marc recoger el anillo. Marc observa
contrariado el anillo.
El aro desprende el brillo del abandono.
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 03:30 AM. PRESENTE.
En medio de las abandonadas obras en construcción, la fisura del
espacio-tiempo se abre de nuevo como una flor en primavera. La
silueta de Clarisa, arrodillada en el suelo, aparece poco a poco en
la hipnótica visión abstracta.
El vomito se ha convertido en espuma blanca alrededor de la boca.
El esfuerzo sobrenatural para levantar las rodillas del suelo,
resulta imposible. Gatea unos metros con dificultad. Cae de bruces.
Respira por unos minutos con los labios pegados a la acera.
La arenilla se desliza por los fuertes jadeos de Clarisa en busca del
68
preciado oxigeno. Los ojos desorbitados tiemblan sin parar. Una
nueva bocanada de espuma blanca le inunda la barbilla, dejando
el rastro de una débil sonrisa en los labios de Clarisa.
Un Fiat Punto va dando bandazos por las calles de la ciudad. Clarisa
al volante, se limpia con el dorso de la mano la barbilla salpicada
aún por el denso vomito.
Las ojeras acentuadas muestran el deterioro físico. El cabello desordenado
y sucio pegado al rostro, denota el terrible esfuerzo
hecho para salir del estado catatónico.
La calle frente a los ojos de Clarisa, ondula igual a las olas del mar.
En medio del malestar general accede a la modesta urbanización
por la rotonda de acceso. Sigue por una ancha calle de casas alineadas
una al lado de otra. Estaciona de golpe frente a la casa de
Alejandro.
Guarda la Sig-Sauer en la guantera. Respira profundo. Apoya las
temblorosas manos sobre el volante. Dubitativa abandona el coche.
La puerta de la casa se aleja y se acerca amenazante. Clarisa
emprende el camino hacia la puerta de un lado a otro. Logra llegar
a la entrada. Se apoya con debilidad en el quicio de la puerta.
Pulsa el timbre. La respuesta se hace esperar. Vuelve a timbrar.
Esta vez el sonido intermitente se escucha prolongado.
La puerta se abre con sigilo. La cara de Julia, una mujer mayor
de pelo corto y plateado, cubierta con ropa conservadora, aparece
tímida. Al ver el estado de Clarisa, de inmediato la ayuda sin
reparo.
Clarisa apoyada en los brazos de Julia, accede a la casa. Deja caer
el cuerpo en el sofá marrón del salón. Clarisa observa el derredor
en movimiento. Los muebles de la casa bailan al son de una danza
circular y extraña. Todo sigue igual. Pregunta en un halo de voz
por Alejandro.
69
Julia le mira sorprendida. Quiere saber quién pregunta por el hijo.
Clarisa responde su nombre en señal de contestación. Julia la
observa con detenimiento. Se acerca a Clarisa, le palpa el rostro.
Emite un gesto de exclamación, se cubre la boca la mano. Clarisa
le inquiere: ¿Se conocen? Ella es la novia de Alejandro. Julia
balbucea. Empieza a hablar de forma incoherente acerca de un
accidente. Clarisa le insiste: ¿Donde está Alejandro? Julia se lleva
las manos a la cara. Las lágrimas brotan a borbotones de los ojos
de la anciana. Logra reponerse un poco, le cuenta a Clarisa la noticia
del fallecimiento de Alejandro. Clarisa niega con la cabeza.
Julia continúa con la narración. Ella, Clarisa, también murió en el
terrible accidente de tráfico. Clarisa anuncia a Julia: tiene la certeza
de poder encontrar a Alejandro vivo en la Corporación. Julia
confundida pregunta que es la Corporación. Clarisa se levanta
del sillón. Abraza a Julia. Le promete que volverá con Alejandro.
Julia llora. Agradece a Dios la nueva oportunidad. Clarisa saca la
carpeta del traje. Le pide a Julia esconder los documentos en la
caja fuerte de la casa.
70
CAPÍTULO XIV
Jack
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 07:57 AM. FUTURO.
En la sala de juntas del Concejo, Cristian Padre, Ítalo y Liv, mantienen
una conversación acerca de Clarisa y Cristian. Se centran
sobre los pocos deseos que tiene Clarisa en seguir siendo parte de
la Corporación.
Con respiración difícil, Cristian Padre habla en voz baja. Afirma:
Clarisa tarde o temprano volverá a la Corporación. En cuanto a
Cristian Hijo, que el destino se encargue del curso destinado para
él. Liv e Ítalo asienten.
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 04:04 AM. PRESENTE.
El rostro fresco y pulcro de Clarisa, confirma la ducha rápida
en casa de Julia. El cabello fijado al cráneo, muestra el peinado
predilecto.
La mochila a la espalda, ratifica la compañía de herramientas. La
Sig-Sauer P220 reluce en el cinto.
Clarisa se encuentra de cuclillas tras un BMW X5. Desde la posición,
observa el ajetreo de una veintena de guardias vestidos con
71
ropa militar y armados con sendas Berettas. Caminan de un lado
a otro por los perímetros de la Corporación.
Clarisa se desliza en medio del espacio existente entre el BMW
y el suelo, donde le espera una alcantarilla. Extrae del macuto
un destornillador. Lo coloca en medio del suelo y rejilla. Con un
golpe seco de la mano, alza la tapa de la cloaca. La desliza a un
lado. Guarda el destornillador en la mochila y se la coloca en la
espalda. Repta de bruces por el suelo e introduce los pies por el
agujero.
Deja caer medio cuerpo y se balancea. Cae sobre las piernas flexionadas.
El oscuro túnel pide luz para el tránsito. Clarisa busca en
la alforja de objetos, la linterna de luz iónica. El eco de un golpe
retumba en el pasadizo subterráneo. Clarisa se gira en dirección
del sonido. Con cautela, arma y linterna en mano, camina despacio
por el túnel largo y ancho.
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 04:04 AM. PRESENTE.
Francis y Javier, frente a la casa de Julia, discuten sobre cuál es
la mejor manera para entrar en la casa. Javier opina que deben
llamar al timbre. Francis le réplica: la mejor manera es forzar la
puerta. Javier suspira resignado. Francis de mala gana accede llamar
al timbre. Llaman al timbre. Julia abre casi de inmediato.
Francis de forma rápida presiona con los dedos el cuello de Julia,
quién se desvanece acto seguido. Francis y Javier entran en la casa
con Julia en brazos. La depositan con suavidad en el sofá.
Javier empieza a retirar los cuadros colgados en la pared.
Francis ríe con sorna. Con gesto de suficiencia palpa la mejilla
de Javier. Le envía a la nevera. Ella buscará en el colchón. Javier
asiente satisfecho.
72
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 04:14 AM. PRESENTE.
Clarisa gira en la fútil circunvalación del pasadizo. Anda unos metros.
Enfoca con la linterna. La visión espectral produce arcadas
en Clarisa.
Una montaña de cadáveres gira en embudo, lento, en una incineradora
circular sumergida en el suelo. Clarisa se acerca vigilante a
la fosa común. Ojea el entorno. El fuerte olor a alcohol, hace que
se lleve el antebrazo hacia la nariz a modo de pañuelo.
Descubre en el techo del pasadizo una desembocadura. Mira con
detenimiento la entrada peligrosa y mortal. El tubo en vertical
se inclina en perpendicular a pocos metros de profundidad. El
diámetro ancho, inspira confianza en Clarisa. Decidida guarda la
Sig-Sauer y la linterna.
Saca de la mochila dos destornilladores. Con un destornillador en
cada mano, mochila a la espalda, sube con extremo cuidado sobre
la montaña de cadáveres. La cual cede unos milímetros sobre el
mar de fuego por el peso de Clarisa, lo que le hace dar un balanceo
en bucle. En medio del mortal baile recupera el equilibrio. Sin
perder un segundo salta firme en vertical sobre la colchoneta de
restos, a la vez que encaja ambos destornilladores en el tubo. El
impulso de la acrobacia empuja la montaña de cuerpos al interior
de la incineradora. Los cuerpos se sumergen con rapidez. La lava
los devora en segundos. El color rojizo inunda el túnel. Las sombras
de fuego devoran las paredes. Las gotas del líquido espeso al
caer en las llamas producen pequeñas explosiones.
Clarisa se impulsa a modo de escalada con los brazos. Apoya los
pies en el resbaladizo túnel. El tubo impregnado por el líquido
viscoso y transparente produce inseguridad en el ascenso. Escala
unos metros. Llega a la inclinación perpendicular. Se arrastra de
bruces con dificultad. Logra colocar el cuerpo sobre el tubo inclinado.
Una gota del líquido acuoso cae en el rostro de Clarisa.
73
Pestañea por el impacto. Un gesto de asco le surca el rostro. Una
nueva gota cae de nuevo en la cara Clarisa. Alerta, alza la mirada.
Infinidad de gotas de líquido, se precipitan por el conducto. La
riada se acerca, desbocada e impetuosa, hacia Clarisa bañándola
por completo. La brutal sacudida, le hace girar sobre sí misma.
Clarisa se aferra con la mano derecha a uno de los destornilladores,
quedándose acostada en el caño. El otro destornillador queda
punzado en el tubo. Un sonido espectral se acerca a la misma velocidad
de la corriente. El eco se hace inminente. Avisa inevitable
el choque de cuerpos. Clarisa cierra los ojos con fuerza. Se aferra
al tubo. El puño derecho sujeto al destornillador, se torna blanco
por el esfuerzo. La mano izquierda cerca del muslo, deja las uñas
en el material metálico del tubo.
El cadáver pasa raudo por el lado llevándose en el descenso el
destornillador punzado. Roza unos milímetros el cuerpo de Clarisa
haciendo que se bambolee. Se agarra feroz al destornillador.
Clarisa se estremece cuando escucha el estruendo del cuerpo al
caer en la olla de fuego. Los labios apretados y los ojos cerrados,
denotan una mezcla de pánico y odio. Respira profundo. Traga
saliva. Se mantiene estática. Coge aire. Se pone en marcha. Se coloca
otra vez de bruces. Sigue con el ascenso poco a poco. Llega a
una intersección orbicular. Varios tubos a modo de desagüe emergen
de arriba. Forman un círculo con una sola desembocadura.
Observa una luz tenue al final de uno de los tubos. La salida se
acerca. De prisa sigue con el serpenteo. A medida que se acerca
se hace la luz más intensa. Llega con extrema dificultad a una
trampilla abierta.
Da paso a un cilindro de cristal.
Clarisa totalmente empapada del líquido se agarra de la trampilla.
Impulsa el cuerpo con esfuerzo.
De inmediato repara en la presencia de un centenar de cilindros.
En ellos, cuerpos de seres humanos desnudos sumergidos en el
74
líquido espeso se exponen igual a cobayas de laboratorio. Los aros
metalizados a modo de coronas emiten electricidad. Los tubos
en plena transfusión sanguínea emergen de los cuerpos. Clarisa
divisa en unos de los cilindros una cabellera rubia. Intenta romper
la prisión con el destornillador. El cristal permanece inmune. Un
mecanismo se acciona. La trampilla bajos los pies de Clarisa, se
cierra. La de arriba se abre.
El líquido viscoso empieza a emerger por las ranuras del cilindro.
Clarisa atrapada en la celda circular, golpea el tubo con el destornillador
una y otra vez sin resultado.
Un flash le viene a la memoria, abre los ojos y se encuentra dentro de
un cilindro, mientras Marc y Cristian la observan con fascinación.
Sin perder un minuto, extrae de la mochila una cuerda. Ata uno
de los extremos al destornillador. Tira la cuerda al exterior del
tubo. El destornillador queda encajado a la perfección en la ranura
de la trampilla. Clarisa tira fuerte de la cuerda. Comprueba
la estabilidad. Empieza la escalada. Coloca los pies en el cristal.
Sube un poco. Resbala. Cae. El fluido le llega a los hombros. En
un último esfuerzo logra impulsar el cuerpo. Se coge con vigor
a la cuerda y escala. Clarisa, empapada por el líquido, surge del
cilindro.
75
CAPÍTULO XV
El Fin
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 04:40 AM. PRESENTE.
La sala de arriba, igual de amplia, muestra una cantidad de trampillas
en el suelo como cilindros existentes.
Las paredes forradas por servidores, exhiben el bailoteo intermitente
de las luces de los ordenadores.
El equipo de biólogos formado por tres hombres vestidos con
unas batas de color blanco, caminan de un lado a otro.
Ultiman los preparativos para la introducción del nuevo huésped
en el cilindro.
Clarisa, con medio cuerpo fuera del tubo, pasa inadvertida.
Los científicos inyectan diversos líquidos, en las venas de un sujeto
postrado en una camilla. La bomba de Harvard y el catéter
pegado al individúo indica una transfusión.
Clarisa aprecia los cabellos rizados y rojizos de la cabeza del paciente.
Musita en un susurro: Jack.
Clarisa emerge del cilindro. Desenfunda la Sig-Sauer. Apunta al
grupo de hombres. Interrumpe la intervención con un saludo formal:
Buenas Noches.
Los científicos se giran. Los rostros se desencajan en una mueca
de miedo por el aspecto de Clarisa. Los goterones de líquido trans76
parente le chorrean por cara y cuerpo. El cañón amenazador de la
Sig-sauer apunta a los hombres. De inmediato alzan las manos.
Jack, con bata blanca de paciente a modo de vestidura, gira la
cara. Una débil sonrisa se dibuja en los labios del hacker. Con los
ojos entrecerrados mueve los labios a modo de beso. Clarisa pasa
de la galantería de Jack. Ordena a los científicos que desaten a
Jack de la camilla y paren la transfusión. Luego deben tirarse al
suelo en posición de rehén. Los temblorosos científicos cumplen
sin rechistar. Quitan todas las sondas del cuerpo de Jack. Acaban
y se lanzan al suelo de bruces con las manos en la nuca.
Clarisa se acerca a la camilla. Cada paso deja tras de sí en las
trampillas del suelo, una huella del espeso fluido.
Jack le mira con sonrisa estúpida. Clarisa observa unas bolsas de
sangre con la etiqueta de Francis, encima de las mesas quirúrgicas.
Pregunta a Jack si se ve capaz de buscar a una persona en los
archivos de la Corporación.
Jack a modo de contestación, ríe suave, entrecortado y ligero.
Clarisa promete a Jack devolverle a casa. Jack corta el risoteo y le
mira con interés.
En el pasillo de la planta 35 el pitido de la alarma suena sin descanso.
Las luces rojas intermitentes invaden el corredor. Jack apoyado
en el hombro de Clarisa va arrastrando los pies. Clarisa lo
levanta a pulso. Siguen en dirección a la sala de reuniones.
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 04:50 AM. PRESENTE.
Clarisa y Jack se adentran en la sala de reuniones. La alarma sigue
con la sinfonía repetitiva del pitido. Las luces ofrecen el idéntico
aspecto amenazador del aviso.
Clarisa ayuda a Jack, lo sienta frente al ordenador que está conectado
al ascensor del tiempo. Jack observa la pantalla del monitor.
77
Un sonido de fascinación emerge de la boca de Jack. Con risa
nerviosa y ojos desorbitados explica lo alucinante del programa,
pero le resulta muy avanzado para sus conocimientos.
Habla inteligible y en presente de lo fácil de hackear en Unix y
otros programas del año 1992. Clarisa le corta tajante: Alguien
como él no necesita un curso previo.
Jack se frota la cara. Observa a Clarisa con ojos desorbitados y
saltones. Las pupilas de Jack emanan un brillo de satisfacción por
el elogio de Clarisa- Mueve la mandíbula de un lado a otro. Entrelaza
los dedos con ambas manos y los estira al máximo. Se pone
en marcha. Teclea de prisa. Busca exhaustivo. Los mechones del
pelo rizado le caen sobre los párpados.
La puerta de la sala de reuniones se abre. Da paso a Marc.
Clarisa de inmediato empuña la Sig-Sauer.
Le apunta decidida. A la vez le exige estar quieto.
Marc le suplica hablar.
Los ojos verdes de Clarisa emanan desprecio. Le inquiere con
tranquilidad absoluta: ¿Cuántas mujeres has modificado a tu
antojo?
Marc niega con la cabeza. Demanda ser escuchado.
Clarisa sin dejar hablar al interlocutor termina la frase: Yo confié
en ti Marc.
Marc implorante responde: Nuestro amor siempre ha sido real.
Clarisa sonríe sin dejar de apuntar contesta:
Por mi parte, ahora no.
Apremia a Jack con un toque en el hombro.
Jack asiente. Se pasa de forma constante las manos por la cabeza
y ojos a la vez que teclea como un poseso.
Marc da un paso. Clarisa monta el arma.
Advierte tranquila: Si das otro paso disparo.
78
Marc se queda inmóvil ante la amenaza. Jack exclama un grito
de júbilo. Ha encontrado el archivo con las fichas de las personas
sometidas a experimentos biológicos.
Clarisa sin dejar de apuntar a Marc, ojea el archivo. Los seres
humanos se califican en tres categorías:
APTOS, NO APTOS, EN PROCESO.
Clarisa pide a Jack buscar en la lista de: EN PROCESO.
Jack de inmediato busca en la lista.
La tensión que muestran los músculos en la cara de Marc, hace
que Clarisa le mire inquisitiva.
Jack hace un gesto de negación con la cabeza.
Clarisa busca la respuesta en los ojos de Marc. Este hace un gesto
con la cabeza en señal de afirmación.
Clarisa aprieta la mandíbula, el rictus denota impotencia y asco.
Sin darse por vencida ordena a Jack que busque en la lista de
APTOS.
Jack de inmediato se pone en marcha. Revisa la lista. No obtiene
ningún resultado.
Clarisa dictamina: Estáis muertos.
En el gatillo de la Sig-Sauer, el dedo índice de Clarisa se dispone
a ejecutar a Marc. La puerta de la sala de reuniones se abre de
golpe. Francis y Javier armados interrumpen en el lugar.
Jack da un respingo en la silla. Clarisa apunta a los agentes. Tras
Francis y Javier, surge la silueta de Cristian. Clarisa apunta en
todas las direcciones.
Francis y Javier piden a Clarisa tranquilidad. Soltar el arma será
la mejor decisión.
Los ojos grises y penetrantes de Cristian, atraviesan los cuerpos de
los agentes a modo de barrera humana.
79
Jack petrificado observa la escena.
Clarisa intenta apuntar a la cabeza de Cristian.
La mirada de Cristian le absorbe.
Del conducto auditivo de Clarisa, emergen los pensamientos en
su forma onírica y brillante. La brisa recorre la sala.
Revolotean entorno a la cabeza de Cristian. Se introducen poco a
poco por el oído. Clarisa empieza a percibir un murmullo inaudible.
Otea él entorno en busca de la conversación.
En el rostro de Cristian, un ligero movimiento del entrecejo refleja
la ira e impotencia que le produce el don que posee.
Clarisa escucha como el susurro se intensifica. Le acompañan unas
furtivas formas etéreas, las cuáles se dibujan y disipan rápidas en
el aire. Forman una danza espectral y efímera. El murmullo se
convierte en palabras sueltas, risas, llanto. Clarisa mueve la cabeza
de un lado a otro.
Francis y Javier sin dejar de apuntar a Clarisa le miran pasmados.
El estremecimiento propio de las puertas del ascensor al terminar
un viaje se hace visible. Avisa de un nuevo invitado que está a
punto de sumarse a la reunión infernal.
Los pensamientos de Clarisa, abandonan rápido la mente de Cristian.
Transitan veloces por la sala. Entran en la cabeza de Clarisa.
De inmediato desvía mirada y arma en dirección al portal.
Francis y Javier hacen un ademán de detener a Clarisa.
Cristian con un gesto de la mano para la acción de los agentes.
Empieza la abertura del pórtico, los destellos aparecen, la luz
inunda la sala.
Clarisa, vestida de agente, hace aparición en medio del resplandor.
Clarisa, sin dar crédito a lo que ven sus ojos, se observa a sí misma
emergiendo de la cabina.
80
Clarisa del futuro le saluda sombría: Debisteis haber bebido el té
que te ofrecí. Ambas Clarisas se observan.
Clarisa del presente desvía el arma. Apunta hacia Francis, Javier,
Marc y Cristian.
Del cañón de la Sig-Sauer, con el típico movimiento circular, la
bala emerge veloz. La estela brillante, tras el fogonazo, ciega la
visión.
81
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 05:00 AM. PRESENTE.
CAPÍTULO I
(Continuación)
22 DE DICIEMBRE DEL 2012. 08:00 AM. PRESENTE.
…Clarisa le mira con profunda aversión, suelta el informe con un
golpe de la muñeca. La carpeta gira en el aire. Cae con las hojas desparramadas
en la mesa, dejando a la vista los informes del Concejo
y el de Cristian. Determinan: Ejecutar al concejo. Salvar a Cristian.
Acto seguido Clarisa se vuelve. Camina en dirección a la puerta. El
microordenador empieza a pitar en señal de una llamada entrante. Clarisa,
a medida que avanza, se quita el microordenador. Lo tira al suelo.
La materia del cuerpo de Cristian, empieza a desprenderse poco
a poco en forma de moléculas brillantes. Se alzan sublimes con
la misma armonía. Clarisa advierte el desvanecimiento. Marc observa
la danza aural del alma de Cristian recorrer todo el recinto.
Las partículas se deslizan en el aire y se detienen ante Clarisa. Las
partículas le acarician el rostro. Se agrupan formando una esfera
brillante. De forma brusca impactan contra los labios de Clarisa.
Una a una, entran por la cavidad bucal.
Provocan un violento movimiento, el cual empuja la cabeza de
Clarisa hacia atrás. El impacto dibuja un arco en el cuerpo. Las
partículas se apoderan de Clarisa.
82
ERA INTERGALAXIAL. DÉCADA DE CORINTIOS. AÑO 23555. FUTURO.
El murmullo de varias voces al unísono, invaden el conducto auditivo
de Clarisa. Los impasibles ojos, observan el cielo violeta
con destellos naranjas, a través de los cristales plateados de la sala
de reuniones. La visión plagada de enormes edificios en forma de
rombos, eles y de una serie de formas geométricas, se mezclan con
los diversos transportes aéreos de la era. Las voces de los agentes,
sacan a Clarisa de la sinfonía vocal y de la visión abstracta. Clarisa,
con pelo rojo y corto a dos centímetros del cráneo, se gira
igual de imperturbable. El traje negro metálico le cubre por completo
el cuerpo. Apenas deja visible el rostro y cabeza.
La sala de reuniones ofrece un aspecto cambiado.
Las paredes, techo y suelo, revestidas por una perfecta aleación de
platino y titanio, reflejan las siluetas de los agentes y la vacuidad
reinante en el recinto.
Francis, Javier, Marc y Jack, con miradas frías y ausentes, vestidos
con trajes metálicos idénticos, esperan las órdenes. Clarisa les
observa.
Una de los “espejos” se desliza. Da paso a un hombre rubio. Alejandro
se hace visible vestido con el idéntico traje.
Clarisa, igual de impasible, le estudia con detenimiento.
Alejandro igual de abúlico que el resto de agentes, se sitúa en medio
de Francis, Javier, Marc y Jack.
Clarisa apática, pregunta con voz ronca y escueta: ¿Preparados?
Francis, Javier, Marc, Jack y Alejandro asienten decididos.
Las siluetas de los agentes del tiempo desaparecen en un fogonazo
de luz.
* * *
83
¿Quieres que continúe? Depende de ti.
¿Te apetece conocer la vida anterior de los personajes?
Sigue leyendo…
84
PERFILES DE LOS PERSONAJES DE CORPORACIÓN ÓNIX
CORPORACIÓN ÓNIX Institución creada para mantener “el equilibrio
natural de la especie humana”. Su interior guarda un
secreto: un ascensor que hace viajes en el tiempo. Secreto
que comparten exclusivamente con los dirigentes nacionales.
Realiza todo tipo de encargos: detenciones a terroristas,
evacuaciones a gran escala, rescates a personajes importantes
en peligro de muerte, etc. En los últimos años, se ha dedicado
a experimentos biológicos que tiene como fin alterar el
ADN humano, ya que solo aquellos que tengan una cadena
de adenina fuerte, son capaces de soportar la descompresión
molecular por la cuál es sometida la materia en los viajes.
CLARISA (28 AÑOS) Trabaja como agente para la Corporación Ónix.
Inteligente, decidida, justa y desconfiada. Posee un poder
especial: entrar en la mente del prójimo sin ser percibida.
Cree en el destino y en el amor para toda la eternidad.
Huérfana a los 16 años, estuvo bajo la custodia de una tía
quién no tenía mucho tiempo para educar a una adolescente.
Aunque se educó sola siempre tuvo un fuerte sentido de
la responsabilidad.
CRISTIAN (64 AÑOS) Creador intelectual de Ónix. Viudo. Suegro y
Jefe de Clarisa. Hombre de pocas palabras, debido a que
posee el don único de percibir el futuro a través del plano
astral. Reservado y serio. A veces, ofrece una sonrisa. Frío y
calculador. Cree en su trabajo y no duda en hacer lo necesario
por la continuidad de Ónix.
Por la única persona que quizás siente afecto: Clarisa.
Su lema: Recibir sin dar nada a cambio.
85
MARC (25 AÑOS) Hijo de Cristian y su mano derecha en la Corporación
Ónix. Su principal labor cosiste, en establecer relaciones
burocráticas. Prometido de Clarisa. Líder nato, carismático,
valiente y de ideas fijas. No duda en apoyar a su padre
en todas sus decisiones por muy desagradable que parezcan.
Ama a Clarisa, pero debe lealtad a Ónix.
CONCEJO Máximos dirigentes de Ónix. Formado por CRISTIAN PADRE
(93) socio capitalista, vive pegado a una bombona de
oxigeno. ITALO (56) Militar consagrado con varias medallas
de honor y LIV (48), ciega debido a un edema corneal
congénito. Economista Summa Cum Laude, se encarga del
departamento financiero de Ónix.
La principal función del Concejo: hacer lo necesario para
mantener la integridad de la Corporación.
ALEJANDRO (30 AÑOS) Ex novio de Clarisa. Hijo de inmigrantes italofrancés.
Inocente, ecuánime, autónomo y con un profundo
respeto por las leyes de la vida. Desde un desagradable
incidente a los 10 años, se convirtió en un maestro de las
artes marciales.
JULIA (65 AÑOS) Madre de Alejandro. Equilibrada a pesar de los duros
golpes que le ha dado el destino. Tranquila, sosegada y
tímida. Acepta la vida tal cuál como viene.
JACK (20 AÑOS) El hacker más buscado por toda la seguridad mundial.
Solitario, paranoico y excéntrico. Inteligencia precoz
y ávido de conocimientos, ingresó con 18 años en la Academia
de Inteligencia Militar. Fue expulsado con deshonor,
por hackear los archivos privados del cuerpo. Decepcionado,
se dedicó a hurgar en los sistemas financieros nacionales.
FRANCIS Y JAVIER (26 Y 27 AÑOS) Agentes de Corporación Ónix. Compañeros
y subalternos de Clarisa. Fuertes, ágiles, genuinos
y auténticos. Francis asiática y Javier africano, se volvieron
86
inseparables en el orfanato donde se criaron. Aunque solo
les une el sentimiento de la amistad. Cinturones negros en
Aikido. Se mueven por una única verdad: mantener el equilibrio
“natural” de la especie humana.
CLARISA Se puede decir que es la típica tipa dura. Alta, atlética,
segura, con carácter, sensible y desconfiada.
Posee el don único de la empatía. Es casi un castigo divino
puesto que no solo percibe las sensaciones del prójimo, sino
también puede entrar literalmente en la mente del otro.
Clarisa nació en un pueblo costero. Un terrible accidente
vial sesgó la vida de sus padres cuando era una adolescente
de dieciséis años.
Este inesperado giro del destino, le obligó a abandonar sus
orígenes y partir a la gran ciudad, donde le esperaba Cecilia,
una tía de su madre quién se encargo de su tutoría.
Al vivir en la gran ciudad, la vida de Clarisa cambio por
completo, se volvió solitaria y fría. Apenas hablaba con los
demás. Se pasaba su tiempo libre haciendo footing y leyendo
ávidamente.
Continuó los estudios pero las notas bajaron en picado así
como su ánimo. Aún así perseveró y siguió.
Ingresó en la universidad y estudió psicología. Allí conoció
a Alejandro. Amor a primera vista. Alejandro le arropaba
con un manto de cariño y ternura. Tanta perfección es casi
imposible y un día la felicidad fue truncada por la llegada
de una oferta de trabajo irrechazable, oferta ofrecida por
Cristian. Hombre de aspecto frío y mirada penetrante.
Cristian le habló de Corporación Ónix. Institución creada
por él, en donde era posible viajar en el tiempo y evitar
grandes daños sociales, económicos y naturales.
87
Para Clarisa era una locura escuchar todo eso, pero enloqueció
aún más, cuando le escucho decir que ella pertenecía
a una estirpe con un ADN especialmente fuerte, que
soportaba la descompresión molecular por el cual el cuerpo
humano era sometido al realizar los viajes.
Clarisa le pidió educadamente que se marchara, pero Cristian
no se fue conforme y ordenó raptarla.
CRISTIAN Nació bajo el seno de una familia aristócrata. Padres
fríos y muy ocupados por los negocios y fiestas de la sociedad
que le rodeaban, le abandonaron prácticamente a los
cinco años en un internado católico.
Cristian solía decir que veía figuras en la oscuridad de su
habitación. El director del colegio le reprendía y castigaba
alegando que los fantasmas no existían.
Cristian sabía que los fantasmas no existían. Sabía que esas
figuras tenían una explicación física. Pero nadie le creía y el
era muy niño para explicar tal fenómeno. Decidió callar y
no volver a decir lo que solo él percibía. Se convirtió en un
niño reservado y serio, casi nunca hablaba. Sus ojos grises se
tornaron fríos y distantes, que acompañado de su tez blanca
como la leche, le hacía parecer de hielo.
Así que en vacaciones, decía a sus padres que iba a los campamentos
en donde le apuntaban y se pasaba todo el verano
con Charlie, su compañero de habitación en el internado.
Charlie era la cara opuesta de Cristian. Alegre, vigoroso,
desordenado, pero con un cociente intelectual de 180. Cristian
que era un visionario, le ánimo a que se interesará por
la física.
Charlie descubrió un mundo nuevo y empezaron a trabajar
desde los 12 años, en un proyecto que pusieron por nombre
Corporación Ónix. Para Charlie era un pasatiempo diverti88
do e instructivo. Para Cristian, su obra maestra, su razón de
existir, su única vía de escape.
Cristian vivía atormentado por todo tipo de fenómenos
paranormales, que iban desde las figuras en la oscuridad,
hasta la percepción de susurros y conversaciones que indudablemente
eran sostenidas por otros seres humanos en un
espacio de tiempo diferente.
Cristian y Charlie, inseparables, se graduaron juntos. Licenciados
en física, Summa Cum Laude, se especializaron
en física cuántica y en la teoría general de la relatividad
de Einstein. Después de mucho trabajar en el proyecto
Corporación Ónix, lograron por fin transportar por vez
primera a un primate de un lugar a otro, con una diferencia
de tiempo mínima para sus ojos como observadores,
pero para el viajero había sido distinto. Descubrieron
también que solo los primates hominoides soportaban la
descompresión molecular. Cristian monto en cólera, toda
su ira contenida durante ese tiempo explotó y destruyó
parte del laboratorio. Había alcanzado el éxito, pero los
humanos no resistirían los viajes en el tiempo. Decepcionado
se emborracho y salió a la calle. Esa misma noche se
estrelló contra otro coche. Aunque es irónico, gracias a ese
accidenté, Cristian conoció a Denise, Neurocirujana en la
clínica donde fue hospitalizado. Quién se convirtió en su
mujer y le dio un hijo varón que puso por nombre Marc.
Pero la suerte no estaba de parte de Cristian. Denise se fue
en el parto, dejando a Cristian con un bebé que cada vez
que veía, le recordaba la muerte de la única persona que
había logrado separarlo de su proyecto. Cristian hizo casi
lo mismo con su hijo que sus padres con él, la única diferencia
fue no llevarlo a un internado. Contrató a Elisa que
estaba al servicio de sus padres, para que se encargara de
su educación en general. Casi nunca le visitaba y cuando lo
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hacía estaba solo unos minutos. Volvió al proyecto, se sumergió
como antes. Debía encontrar la manera de que los
humanos hicieran los viajes. Cristian pronto se dio cuenta
de que el problema residía en el ADN. Si el primate era
nuestro padre como especie, podía existir la posibilidad
de que algún humano tuviese todavía esa fortaleza. Expeditó
buscó a Charlie. Este se negó en rotundo al conocer
las intenciones psicópatas de Cristian, no participaría de
ninguna manera en experimentos con humanos. Entonces
Cristian no dudo. Poco tiempo después, las noticias con la
desaparición de Charlie en primera plana invadieron los
periódicos.
Cristian construyó un verdadero imperio ayudado por amigos
de sus padres, quienes veían un fuerte lucro económico
con el proyecto Corporación Ónix. Comenzó con las pruebas
biológicas. Gracias a sus contactos tuvo una muestra de
ADN de todos los ciudadanos que vivían en el país. Encontró
a Francis y Javier, quienes cumplían con los requisitos y
les captó. Para su grata sorpresa él y su hijo Marc cumplía
con el perfil, reclutó a su hijo sintiéndose orgulloso porque
sería de utilidad para la Corporación.
Corporación Ónix se convirtió en la solución de todos los
problemas del mundo. Pero había muchas ofertas y pocos
agentes. Cristian desesperado descubrió a una chica que
cumplía con el perfil, la muestra de sangre nunca había llegado
a sus manos porque la joven en cuestión nunca se había
hecho una analítica.
Clarisa, la terminación del nombre le recordaba a Denise.
Dio con ella e intentó reclutarla pero Clarisa no aceptó.
Cristian que no entendía un no por respuesta, ordenó a
Francis y a Javier secuestrarla.
90
MARC Se puede decir que es ese tipo de hombre que te hace sentir
especial. Su carisma arrasa tanto a hombres como a mujeres.
Hijo de Cristian, al cuidado de Elisa, su nana-institutriz,
quién le educó dotándole de dogmas inclinados a la valerosidad
y el seguimiento fiel a su padre.
A corta edad Marc notó que le era fácil dirigir y organizar
grupos, Elisa le repetía constantemente que esa facilidad innata
de liderar, lo había heredado de su padre.
Marc soñaba con conocer a su padre, apenas le veía, jamás
iba a su cumpleaños y a ninguna de sus actuaciones en el colegio.
Al ser nieto de duques, Marc tuvo una vida holgada y
bastante tranquila económicamente. Elisa fue la mujer que
conoció como madre, la quería como tal. De su verdadera
madre, no tenía ningún recuerdo. Marc sabía que Denise
había muerto en su nacimiento, entendía de alguna manera
que Cristian “le odiase”, por ello jamás pregunto.
Todas las acciones de Marc las hacía a por el cariño de Cristian,
pero este jamás se interesaba por los logros de su hijo.
Marc se licenció en ciencias políticas, tenía claro que
su profesión era ejercer algún cargo referente al liderazgo.
Cuando Cristian le informó que formaría parte de la Corporación,
sintió una gran dicha y satisfacción, se dijo así
mismo que esa oportunidad la aprovecharía al máximo,
convirtiéndose de esta manera en su mano derecha y en el
apoyo incondicional de todo lo que sugería Cristian.
Fuese lo que fuese, ejecutar, raptar, manipular, cualquier
petición era cumplida casi de ipso facto.
Marc solía ir de negro impoluto como su padre, hasta en
la forma de vestir quería ser como él. Diremos que en este
caso la lucha por el amor se convirtió en una obsesión.
91
Marc tuvo muchos affaires, pero el amor lo conoció cuando
vio por primera vez a Clarisa, en la foto que entregó a Francis
y Javier para que la raptasen. Cuando Clarisa llegó a la
Corporación, Marc se encargó de ella y de alguna manera
para Clarisa el tormento fue un poco más “amable” al lado
de él.
Se prometió con ella, y empezaron a vivir juntos. La boda
tendría que esperar ya que la Corporación les absorbía
completamente. Aunque Clarisa vivía engañada, Marc sabía
que el amor era real y eso era lo único que le importaba.
Marc se desarrollo entorno a ser el hijo querido por el padre,
por ello nunca se involucró demasiado en ninguna relación.
Su nobleza reside en esa falta de afecto, que a la
vez es como un cuchillo de doble filo, ya que sin querer se
autodestruye acatando las acciones impuestas por Cristian.
ALEJANDRO Se le podría definir como el hombre más ingenuo e
inocente del mundo, no porque sea tímido o tonto, sino
porque no tiene malicia. Ama la naturaleza y siente admiración
por la supervivencia de la vida.
Sus padres, el: italiano, ella: francesa. Se conocieron en Inglaterra.
Ambos iban a aprender el idioma, acabaron casándose
y trasladándose a un sitio neutral por respeto mutuo.
A los dos años, la feliz pareja tuvo un precioso niño varón.
Le llamaron Alejandro en honor al padre.
Alejandro vivía a y por la autodefensa, debido a un horrible
incidente a sus 10 años. Cuatro maleantes le habían asaltado
y gracias a una preciosa mujer policía podía contarlo.
Se especializó en las artes marciales, no solo le proporcionaba
seguridad, también le reafirmaba su respeto por los
otros.
92
Tuvo una vida bastante sencilla, modesta y muy equilibrada.
Sus padres regentaban una pequeña pizzería, a quiénes
ayudaba, pero una buena parte del tiempo solía estar en el
gimnasio donde se entrenaba con Aitor, su maestro.
Alejandro ingresó en la universidad. Allí conoció a Clarisa.
Al verla, inmediatamente sintió seguridad y tranquilidad, le
veía como una especie de heroína. Clarisa le había contado la
terrible pérdida de sus padres y para Alejandro era admirable
que alguien pudiese sobreponerse a la muerte de los seres
más queridos. Además le recordaba a esa preciosa mujer policía
que le había salvado. Estudiaron juntos y se diplomaron.
Alejandro que nunca había aspirado más que una vida sencilla,
ambientó una consulta privada en casa.
La decisión de vivir junto a Clarisa fue fácil de tomar, definitivamente
era su otra mitad.
Muchas veces Alejandro miraba a su alrededor y sentía que
era muy afortunado, esto de alguna manera le hacía sentir
temor, sabía que la felicidad se conforma por momentos y
lo que él tenía era un sueño.
Pero el destino se encargó de que sus temores se hicieran
realidad.
FRANCIS De origen asiático. Fuerte, ágil, luchadora, vulnerable. El
mismo día que nació fue abandonada en un orfanato.
A los cinco años conoció a Javier de seis, quién se había
quedado huérfano.
Francis y Javier inmediatamente conectaron, se sentían diferentes
al resto.
Tiempo después cuando eran mayores entendieron el por
qué.
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Javier era africano, ella asiática, niños demasiados llamativos
para ser adoptados, destacaban en el grupo por su autenticidad,
pero nunca suficiente para los padres estirados
que iban por allí.
Francis se crió con un fuerte deseo de ser aceptada por los
demás, intentaba destacar y ser la primera en todo lo que
hacía. La vida en el orfanato que era obviamente fría y poco
grata, hacía de Francis una niña hiperactiva y muy curiosa.
Siempre se metía en líos, a lo que Javier al verla vulnerable
se hacía responsable de sus actos.
Francis deseaba salir de aquél lugar y alistarse en el ejército.
Sentía pasión por las doctrinas con que se movían y el seguimiento
fiel de normas y pautas. A los 18 se presento a las
pruebas, pero un “no encajas con el perfil” fue la respuesta.
Frustrada se inclinó por los trabajos manuales, dedos ágiles
y fuertes capaces de trenzar el mejor nudo y a la vez delicados
y gráciles para dibujar la caligrafía más exquisita.
Cuando aprendió el oficio de electricista, Francis encontró
un empleo que le proporcionaba dinero para vivir modestamente,
no sabía si era por sus genes asiáticos pero tenía una
facilidad innata para vivir con lo estrictamente necesario.
Javier que se había interesado por el aikido, le animó a que
siguiera sus pasos. Francis pensaba que era demasiado tarde
para interesarse por aprender algún arte marcial. Se llevó
una grata sorpresa viendo la agilidad con qué se adaptaba a
los ejercicios.
Sus genes asiáticos, una vez más, le hacían auto afirmarse.
Aunque sentía curiosidad por conocer a sus padres, Francis
jamás intento buscarles, pensaba que si la habían abandonado
era porque ella no les importaba.
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Francis se especializó en aikido junto a Javier, acostumbrados
a estar juntos compartían un piso pequeño.
Una tarde que ambos practicaban una técnica de defensa,
recibieron una visita. Cristian con una sonrisa en los labios
les ofrecía un empleo en una empresa de seguridad nacional.
Francis que siempre había soñado con pertenecer a algún
cuerpo de seguridad, vio su sueño hecho realidad. Un
rotundo sí, fue su respuesta.
JAVIER Negro como la oscuridad absoluta. Cuando quedo huérfano
con 6 años de edad, fue trasladado al orfanato donde
conoció a Francis.
Sus padres: víctimas de la mafia africana. Javier que a su
corta edad sabía lo que era el dolor y sufrimiento, desarrolló
un sentido de la protección para los desfavorecidos.
A diferencia de Francis, Javier poco le importaba destacar,
hacía sus deberes puntualmente pero no intentaba ser el primero.
Le gustaba observar ese mundo desde un aspecto más
neutral.
Se puede calificar como discreto, obediente, respetuoso, invisible.
Su aspecto negativo: falta de comunicación.
Al ser tan reservado no suele ser demasiado sociable, con
la única persona con quien suele hablar largo y tendido es
con Francis.
Javier es consciente de sí mismo, y se sabe llamativo, por
ello siempre intenta pasar desapercibido, pero no lo consigue.
Nunca aspiró a que le adoptaran, aunque en su interior anhelaba
tener un hogar como había conocido. Al pasar el
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tiempo, Javier sentía que el orfanato le ahogaba, así que
pronto aprendió el oficio de mecánico y empezó a trabajar
en un taller como ayudante, en el cual se especializó en pintura.
Javier tenía la habilidad innata de realizar diseños para
coches. Javier se interesó también por el aikido y animó a
Francis.
Quería que Francis aprendiera a defenderse, pensaba que
una chica sin familia, debía saber dar una buena patada.
Cuando salió del orfanato se mudó a un pequeño apartamento,
que luego compartió con Francis.
El día que Cristian les ofreció el empleo, Javier aceptó por
Francis, le vio tan entusiasmada y sabiendo los deseos que
tenía por pertenecer a un cuerpo de seguridad, no dudó. De
cualquier forma Javier sabía que un poco de riesgo le vendría
bien. De ninguna manera se arrepintió de la decisión,
las sensaciones que experimentó, fueron tan gratificantes
y alucinantes, que le hacían sentir lo que era: único en su
especie.
JACK Solitario, paranoico, excéntrico. Hijo de una adicta al crack,
muerta por sobredosis. Al cuidado de su tía Leslie, Jack tuvo
una infancia y adolescencia muy traumática.
En el colegio destacaba por sus excentricidades e inteligencia
precoz. Aspectos que eran utilizados en su contra. Le
llamaban el raro. Para Jack era casi una bendición que los
demás le dieran de lado, así tenía más tiempo libre para
investigar, leer, hackear.
Al descubrir la informática, Jack supo que iba a tener todo
lo que quisiera, los seres humanos tontos por naturaleza,
archivaban sus secretos y finanzas en ordenadores. Gracias
a su agilidad mental él iba a descubrir muchas cosas.
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Jack no conoció a su padre, ni falta que hacía, decía constantemente
cuando le preguntaban por él. En cuanto cumplió
los 18, apostó por ingresar a la Academia de Inteligencia
Militar. De inmediato fue aceptado.
Irónicamente, su inteligencia le abría muchas puertas pero
también se la cerraba, ya que la curiosidad de Jack no tenía
límites. En dos meses le expulsaron con deshonor por
hackear los archivos privados. Jack que de ninguna manera
iba a volver con la alcohólica de Leslie, hackeó el sistema
informático de un banco y desfalcó una pequeña cantidad
de dinero. De la manera que lo hizo fue imperceptible para
la entidad. Buscó un apartamento modesto y sencillo, que
llenó de ordenadores, procesadores e infinidad de aparatos
y monitores. Pasaba horas y horas delante del ordenador,
husmeando como una vieja cotilla. Para vivir seguía desfalcando
pequeñas cantidades.
Un día Jack supo que si daba un gran golpe bien calculado,
podía dejar de vivir en el cuchitril donde residía y tener la
posibilidad de estar más cómodo con sus novias.
Se imaginaba así mismo en una gran mansión, rodeado de
un gran ordenador accediendo a miles y miles de archivos
por todo el mundo. Empezó a investigar en los sistemas
financieros, pronto se puso en marcha.
Un día, cuando estaba escudriñando en la economía de un
país, miró a través de una cámara que tenía en la entrada del
piso, a tres individuos apostados en su puerta. Dos mujeres
y un hombre con cara de pocos amigos y aspecto de policías.
Jack inmediatamente sintió recelo, decidió salir por la
ventana, rodear el edificio y descubrir quién estaba en su
puerta. Para su sorpresa cuando abrió la ventana, una de las
mujeres vestida con un traje negro, agazapada, le esperaba
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propinándole un puñetazo, acto seguido, el hombre con la
misma indumentaria lanzó la puerta de una patada.
Jack tirado en el suelo con la nariz sangrando, empezó a
reír.

Yenny M. García Almeida.

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