Era Yo

 Era Yo


Agonizaba hacia ya días. El cáncer que le comía lentamente la sangre le hacía no comprender a qué se debía esa muerte lenta y dolorosa.


Presentía que aquél era el día de su muerte.

Observó a sus familiares, entrar y salir de la habitación y entonces su vista se nubló por completo y ya no vio nada más terrenal.


Abrió los ojos y percibió que estaba en un lugar y delante de ella un enorme pasillo blanco con toques resplandecientes con toques metalizados.


Tres seres, semejantes a los humanos, de piel oscura y vestimenta negra venían hacia ella rápidamente.


¿Cómo está usted Señor? Expresó uno de ellos con una amplia sonrisa blanca y reluciente.


Sara, miró a su alrededor, buscando al "Señor". Estaba estupefacta, no entendía a qué venía lo de "Señor", hacía unos minutos moría y ahora tres personas la trataban de Señor.


¿Habría reencarnado quizás? Ahora era un hombre, pero esto no podía ser, debía estar delirante. Sus neuronas aún estaban emitiendo electricidad pensó Sara.


Señor, intervino uno de ellos, sabemos que está confundido. Han sido mil años que ha estado en la tierra, pasando por varios cuerpos. Tiene una pequeña crisis de identidad, pero verá que cuando le enseñemos esto recordará quién es.


Sara abrió la boca, pensando que le saldría serpientes por ella y balbuceó: ¿Quienes sois?

Nosotros, dijeron al unísono, somos  Can, Cer, Bero,  y este lugar es el Infierno.


Sara, se sentía destrozada, parte de su vida había estado luchando con una enfermedad y ahora debía ir al Infierno. ¿Qué había hecho mal? ¿Por qué Dios le hacía esto? 

Señor, comunicó Can, no sé martirize venga pase por aquí, pronto lo entenderá.


Sara, acompañó a los tres hombres, por el largo pasillo. Ellos se veían muy animados, a lo mejor no era tan malo, cómo pensaban en la tierra.


Hemos llegado Señor le manifestó Can. Cómo puede ver este sitio se divide en tres grandes lugares:


El Infierno, una gran puerta roja, señaló Can. De aquí pocos salen.


El limbo, puerta azul, el que se lo propone siempre lo consigue.


El Purgatorio, puerta amarilla, el último paso, terminó pensativo Can.


Sara miró las tres puertas delante de ella y si tenía que escoger no sabía bien que iba a hacer.


Sintió mucha curiosidad por saber cómo era el Cielo, si era similar o no.


Y ahora, siguió Can, vamos a su despacho.


                                    *****


Sara, entro en su "despacho", pensó que era una especie de administrativa. Quizás había sido elegida, por su experiencia terrenal de contable, para manejar todo aquello.


Can, Cer, Bero, le solicito con mucha elegancia que ocupará el sillón. Sara observó que desde allí parecían más pequeños.


Bien Señor, continuaron, esta dónde debe estar, tiene mucho trabajo, pero lo primero es que sepa quién es. Ha pasado mucho tiempo y no es fácil recordar. Debe saber sin más dilación que usted es el máximo responsable de este lugar.


Sara, en un primer instante no comprendió lo que le decían esos seres. Ella era el Diablo y aún sentía su último cuerpo. Instintivamente buscó un espejo. 

Es mejor que aún no lo haga Señor.

Sara, estaba aterrada. ¿Que aspecto tenía? Por qué seguía sintiéndose Sara y no aquél.


Can, Cer, Bero, sonrieron y comentaron:

Pasará Señor.

Sara, en un instante recordó.


Yenny Margarita García Almeida.


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