Una Situación Inesperada

 Una Situación Inesperada


La Señorita García, perfecta ama de casa y con unos dotes


culinarios excelentes, se dispone a marchar a su puesto de


trabajo cómo secretaria, que compagina con sus labores del


hogar, así cómo el cuidado de su bello perro Odín y su


maravillosa pareja.


Llega puntual, tan exacta, que hasta el reloj parece emitir un


sonido de fastidio por ser tan precisa.


Ricardo, el Jefe, advierte su presencia y le solicita que se


reúna con ella en su despacho, a través del telefonillo que


usan para comunicarse. García, atiende la llamada de


inmediato.


Ricardo, lacónico, le pide que cierre la puerta del despacho y


que se acomode en el confortante butacón para visitas.


Ricardo, sin demora, le entrega una hoja de despido, mientras


compunge las lágrimas por tener que cerrar la empresa,


gracias a la pandemia que está azotando al mundo.


*********


García, fuera, en la calle, fuma un cigarrillo, evoca lo difícil que


fue el proceso de selección en su recién dejado puesto y no


puede más que reprimir las lágrimas al igual que Ricardo.


Resuelta se marcha a casa. Una vez allí, echa mano de su


ordenador y se dispone a buscar empleo. Las ofertas parecen


tener miedo, puesto que apenas aparecen en el buscador.


Mira a su alrededor y piensa que tendrá tiempo para dedicar a


su pareja y a su preciosa mascota, manteniendo la casa aún


más limpia, si es preciso.


Pasan los días y la búsqueda de trabajo, permanece inmutable


sin mostrar signos de novedad. Decide echar curriculum en


todos los puestos. Abandona por el momento su idea de ser


Secretaria. Busca de limpieza, moza de almacén, reponedora-


cajera, e incluso para vender, profesión que odia en secreto ya


que su pareja es un excelente vendedor, de hecho es su


ocupación.


Le hacen entrevistas y los reclutadores la descartan por su


amplia formación. Piensan que sería un trabajo de paso para la


Señorita García que tiene mucha experiencia en secretariado y


administrativo. Uno de ellos le comenta, que necesitan gente


más joven, a lo que García se queda fría por la insinuación de


su acercamiento paulatino a la edad de oro.


Cansada de las negativas, empieza a vender pasteles caseros,


cuidando en extremo todas las medidas de seguridad y de


higiene para evitar un posible contagio y propagación del virus


que se manifiesta en la época.


Pronto es llamada por Hacienda, para que pague los impuestos


correspondientes. García, cancela la deuda y observa que ha


tenido que echar mano de los ahorros ya que el impuesto


duplicaba los beneficios.


García, abandona la repostería y decide dedicarse al mundo de


las ventas. Apela a su pareja para que le enseñe los tips


precisos y envía su curriculum a los diferentes puestos de


teleoperadora.


Todo marcha sobre ruedas y empieza en una empresa. Pasa el


periodo de prueba y no logra realizar venta alguna. La


despiden y García se ve nuevamente desempleada y sin


ocupación.


Los ahorros y el subsidio de desempleo, se le ha agotado y


ahora más que nunca necesita un empleo.


Compagina la búsqueda de trabajo con la participación en


concursos de literatura, su pasión. Después de varios intentos


fallidos, por fin gana uno y le publican un libro, recibiendo ella


la mayor parte de los beneficios.


García, feliz, se pone en contacto con Ricardo y le ayuda a


reabrir la empresa, convirtiéndose en la nueva socia de la


empresa Menos es Más, que se dedica a la venta de


accesorios de moda.


Yenny Margarita García Almeida




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