Nirvana

El sonido de las notas se escuchaba ligeramente en la estancia.
La Diosa Multiversal se reuniría ese mismo día con su discípulo más brillante. 
Jhosuá una existencia pura y altamente evolucionada capaz de crear universos perfectos y armoniosos. La Diosa Multiversal no le conocía aún y estaba impaciente a su pronta llegada. 

Caían los rayos de la estrella que emergía como un solo ser que lo es todo. 
El discípulo llegó puntual a la cita. Su graciosidad dejó estupefacta a la Diosa Multiversal que pronto cayó en sus redes y estuvo presa de un frenesí frenético. Jamás había experimentado un sentimiento igual. La llevó a las mieles del deseo y de la satisfacción. 
De su clímax emergieron nuevos universos que necesitaban ser supervisados y algunos de ellos erradicados puesto que se habían engendrado de la más pura excitación. 
El Discípulo se despidió prometiéndole que pronto volvería. 
La Diosa Multiversal se dispuso a realizar su labor cuando decidió erradicar algunos universos y llamó al Arcángel Exterminador. Al tenerlo en frente de si percibió un aire a masculinidad que no había apreciado antes. Así que le invitó a experimentar con ella lo aprendido con Jhosuá. Pronto se convirtió en su amante y más tarde, los Primigenios y otros cuatro Dioses. 
Decidieron pues experimentar su amor en los universos existentes y convirtiéndose en energía se dispersaron en todas las direcciones. Vivieron millones de vida y en todas ellas lograban convivir pacíficamente. De su estallido procedería el Big Bang y la evolución tal cual como la conocemos. 
Solo quedaban dos universos y tres mundos. Dos de ellos compartían el mismo sistema solar, el otro estaba en un universo único.
En el universo compartido, en un mundo lo tenían todo y en el otro la Diosa Multiversal estaba atrapada entre sus poderes y el Raciocinio. En el universo único era feliz y todo tenía, pero moriría joven. 

La Diosa Multiversal, atrapada, vivía una doble vida. Una en la que se comunicaba con todos y la otra en la que actuaba normal y tenía una rutina lógica. No había logrado triunfar mientras que los otros Dioses tenían carreras de éxitos. Su más fiel deseo era escribir, más lo hacía pero no era suficiente.  Cuando creía que había llegado el fin de sus sueños se produjo lo inevitable. 

Vendió millones de copia de su gran aclamado libro en el que se relataban varios relatos escritos en su plenitud. 
Pero aún seguía manteniendo el Raciocinio pendiendo de un hilo. 
A nadie podía hablar sobre sus ideas, a ninguno podía decir lo que sentía. Era llevada al máximo nivel pero no podía confiar en que hubiese alguien con quien amenizar una conversación en donde se vería su cordura expuesta. 

Al morir aquí despertaría en el universo único y allí tendría el amor del Primigenio más puro. Pero en pocos días parecería en sus brazos. 
En la otra tierra del universo compartido tendría un final apoteósico así como en la tierra conocida. Millones de personas acudirían a su sepelio y llorarían  su muerte haciendo caso omiso a la sabiduría etrusca que son conocidos universalmente por su sonrisa al despedir algún miembro de su linaje. 

Sin embargo aún estaba en la mitad de su vida y todavía no había llegado el triunfo absoluto. 

Se dispuso a utilizar las redes sociales para contactar con el Primigenio más puro y le envió un enlace en el que podía acceder a una de sus obras. 
El Primigenio no entendía nada porque hablaban lengua diferentes pero finalmente con la ayuda de un traductor logró descifrar el argumento. 

Después de leer la historia pensó que sería buena idea llevarla a la pantalla chica. El Primigenio, nada sabía, no había despertado, pero sintió con cada una de las palabra escrita, que conocía profundamente a la Diosa. Verificó su nombre. Un nombre común pero escrito de diferente forma. Eso era identificativo. Sin embargo no le dio la importancia requerida. 
Se puso en contacto con La Diosa y le solicitó una entrevista. 

La Diosa casi se infarto cuando vio el privado del Primigenio. Tenía interés en conocerla y comentar la obra que le había enviado. 

Llegó el día de la cita y su cabeza, la de la Diosa, estaba llena de ideas. Había anhelado tanto ese momento que no sabía lo que iba a decir ni como actuar. Se vistió lo más creativa que pudo y fue al salón de belleza en donde le dejaron perfecta. 
Puntual como un reloj llegó a la hora predestinada. Sintió como todo lo vivido y sus recuerdos del Nirvana llegan a ella como un remolino. Mantuvo la compostura y le estrecho la mano. El contacto fue como una corriente eléctrica. Ambos sin inmutarse se dispusieron a hablar sobre el texto. 

La reunión fue amena y llegaron a un acuerdo. La obra sería revisada por guionistas altamente cualificados en donde La Diosa sería la líder. 

Se formaron cinco años y finalmente el capítulo piloto llegó a las pantallas de televisión.  Fue una gran serie que comenzó y terminó en lo acordado. 

La Diosa, apenas mantenía conversaciones con El Primigenio, quien casado y con familia, casi no tenía tiempo de profundizar una amistad, que La Diosa anhelaba. 

El día de la recepción de despedida, en la sala donde se guardaban los premios obtenidos, ella, La Diosa, bebía una Copa de champán. El Primigenio entró y la saco de sus pensamientos. La historia llevada a la pantalla, hablaba de un idilio entre dos seres primordiales. El Primigenio le saludo en su idioma. Sorprendida La Diosa quedó encantada. El Primigenio le confeso que era su tema pendiente y había aprovechado la Asociación para aprenderlo. La Diosa también había aprendido el idioma de él y se lo hizo saber. Se echaron a reír y de repente estaban peligrosamente cerca, tanto que El Primigenio le otorgó un pequeño beso en los labios. 
La Diosa, se retiró suavemente y le empezó a explicar que ella había tenido esa fantasía en su mente por muchos años, pero que ella no podía por que ambos no eran libres. Le confeso también que padecía una disfunción sexual y que por mucho que quisiera serle infiel a su pareja con uno de sus más grandes amores, no podía. Él le sujeto por los brazos y le dijo que no le importaba, él también había estado fantaseando con ella por mucho tiempo. Se besaron y ella sintió como se despertaba el deseo que creía muerto, y lo abrazo y le devolvió el beso. Casi se muere de la emoción. Apenas se retiraron cuando entró en la sala un hombre muy apuesto parecido al Primigenio y la Diosa le reconoció como su discípulo. Jhosuá, allí estaba de pie ante ellos. 
Jhosuá al parecer no había percibido el beso que se habían dado, así que se presentó como el hermano del Primigenio. La Diosa no podía dar Crédito a lo que sus ojos apreciaban. De inmediato se excusó y se marchó. 

Se fue directa a su casa y cuando bajo del coche que la transportaba estaba ahí ante ella, Jhosuá. 

Él la miro fijamente y le comunicó que él sabía de su existencia desde hace muchos años, cuando eran unos niños y jugaban al escondite en la casa de crianza de la Diosa. Había esperado hasta ese punto para advertirle que una relación con el Primigenio su hermano, la llevaría directa a la muerte. Así decían las escrituras. 

¿Cuales escrituras? Pregunto la Diosa. 
El libro que iba a vender y que aún no había empezado. Pero cómo era posible si aún no lo había escrito. En el Nirvana no existía el tiempo y eso era una cualidad que llevaba consigo allí en donde fuere. Sea el universo que sea, el tiempo para la Diosa se comportaba aleatorio y sin coherencia.  También le comunicó que conocería a los otros dos Primigenios, al Arcángel Exterminador y a los otros cuatro Dioses pero no podría mantener una relación sentimental, porque fallecería inevitablemente. Tampoco podría tan siquiera besarle a él, a Jhosuá, porque tendría el mismo destino. La Diosa, quedó atónita, todos estos años viviendo una doble vida, en donde se comunicaba con él, con Jhosuá y con los demás y nunca había advertido la seriedad del asunto. Destinada en este universo a morir entre los brazos de aquellos que más había amado. 

Jhosuá, le informó, que en ese tiempo, en este universo, existía otra tierra imposible de observar por la curvatura de la luz de nuestra estrella. En esa tierra era feliz con el Primigenio más puro. Los otros eran allegados, familiares y conocidos. También estaba su actual pareja que era su más cercano amigo. En esa tierra despertaría cuando aquí moriría y moriría allí a las pocas semanas. Para despertar en el Nirvana finalmente, en donde ya no existiría el deseo ni la atracción. Habrían finalizado su evolución como especie. Se dispondrían a ejecutar sus designios en los universos existentes, siempre desde el Nirvana. Aunque ya no era una estrella, en su lugar había un agujero negro. Pero en su estado cuántico permanecía el recinto donde residían los Dioses, en la llamada singularidad. 

La Diosa, se sumergió en las escrituras y se dejó llevar por su instinto más puro. Escucho a las musas que son profetizas e hilaró una historia llena de designios y destinos. 

Jhosuá, que se dedicaba a las Artes Escénicas y que produjo de forma privada la serie televisiva en el que participó El Primigenio y La Diosa, se puso en contacto con ella para saber en que estaba escribiendo. La Diosa sorprendida por su acercamiento después de vaticinarle su destino le explicó que escribía un libro sobre el Nirvana. Justo las escrituras que le había comentado Jhosuá. 

Le invitó a un pequeño agasajo donde vería a los otros Dioses implicados. Entre ellos estaba el Dios Primordial, aquel que era en el universo compartido su hermano paterno. No podía bajo ningún concepto intimar con él. 

Llegó el día señalado y allí estaban todos. Hubo impresiones y charlas. Al menos el contacto no estaba castigado. Uno de los Dioses se acercó a la Diosa y le preguntó si sabia quien era el que profetizó tal designio. Estupefacta la Diosa le inquirió como sabía de la profecía y demás. 
Porque he despertado, respondió, el Dios. Pertenezco a un grupo que se dedica a despertar a las personas. Jhosuá advirtió la charla y no tuvo más remedio que explicarle a la Diosa que el había decidido todo aquello cuando creo este Universo, por un ataque de celos ya que era el primero en ser uno con ella. 

Finalizó la reunión y cada uno se fue a sus respectivos hogares, más la Diosa exigió a Jhosuá que deshiciera todo aquello. Pero Jhosuá nada podía hacer, sin saberlo también se había maldecido y tampoco podía ser uno con ella. Aunque un beso podía ser... 

La Diosa se aproximó y le dio un beso corto y fugaz. El le dijo, así no, y la beso apasionadamente. Ambos se retiraron ahogados. La Diosa tosió y le miro fijamente. Es verdad, apenas pudo decir. 
Jhosuá le comunicó que al menos podría escribir para ellos. Y así lo hizo, escribió una historia para cada uno y fueron un éxito rotundo. Pasaron los años y llegó la hora de la muerte de la Diosa, muy anciana se reunió con Jhosuá y le otorgó un beso que la dejó sin vida en sus brazos. Jhosuá también expiró. Ambos regresaron al Nirvana y allí junto a los otros Dioses, se dedicaron a amarse y amar a sus creaciones.

Fin. 

Yenny García Almeida. 

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