El Infierno.

El Infierno

El Infierno

Aquél plano es tal cuál os imagináis, con mucho sol, incluso en aquellos sub planos dónde los seres que habitan en él, se comportan de forma alegórica y catastrófica. Cabe destacar que sí existe oscuridad, pero debes profundizar en él. Acto que no aconsejo.

La luz del sol me bañaba, empecé a recorrer visualmente lo que se encontraba en el derredor, pero sólo vi árboles y un camino que me invitaba a seguirlo. Lo seguí, pues, cómo Alicia que siguió al conejo blanco, o cómo aquél que sigue las pistas de una gincana. Me refugié en el camino rodeado de árboles y continúe, no tuve miedo, porque no hay que temer de nada en el infierno, sólo haz de temerte a ti mismo. Si vas, debes saber, que no puedes entretenerte demasiado, allí el tiempo es diferente que el que se presenta en esta dimensión, lo que es un minuto aquí, allí son algunas horas. No te entretengas, aunque veas algo que te parezca increíble, bello o divertido. Podrías quedarte atrapado y no salir jamás. Aunque es obvio que no morirás pero desearás volver una y otra vez y tu vida girará entorno al infierno. Y supongo que eso no te apetece.

Recuerdo perfectamente la conversación, por así decirlo, con unos de los guardianes de las cavernas, me impactó, porqué él sólo reía, mientras que yo observaba cómo derribaba las paredes sin sentirlo, sin decirlo, con tan sólo pensarlo.

Ese guardián se coló en uno de mis planos, en el plano que utilizo para comunicarme con los vivos. Se coló antes de que empezara esta locura, vino para reírse o eso creo.

Lo que sé, es que me facilitó una información que hoy por hoy no logro entender, pero en fin, de los guardianes en general, no puedes esperar que te digan: “¡Eh, chica! mira esto es lo que te quiero decir”. No, ellos te enseñan una fecha, una foto, un color, cualquier cosa que te parece absurda, pero después de razonarla te das cuenta de que era una advertencia, una predicción o simplemente una enseñanza.
Y creo que es bastante obvio, que no debería tan siquiera comentar en esta redacción del infierno, algo sobre el cielo, pero es que aunque aquí en este plano, quieran separar estos conceptos, van ligados, igual que la savia va ligada al árbol.
Sólo os diré que si los mensajes de los guardianes del infierno son intrincados, los del cielo, sólo son aptos para unos pocos. No tenéis ni idea de lo complejo que es el lenguaje celestial. No se molestan en enseñarte una foto, no, sus expresiones se traducen en otras cosas, que no hablaré ahora.

Yenny García Almeida.


El Infierno. Segunda Parte.

El Infierno. Segunda Parte.

El guardián de las cavernas, me llevo al interior de una de ellas. Pero antes de que fuésemos en ese transporte que parecía un autobús y el Universo debe saber que de autobús, poco tendría, pero a mí me pareció un autobús. Antes tuve que coger una balsa hecha con troncos de árboles. Sí, era un río, pero lo peculiar de este río, es que en vez de agua, había ratas. Muchas ratas, olas de ratas, a quienes no les parecía importar que un ser como yo, estuviese allí. Yo sabía dentro de mí que estaba accediendo a la zonas oscuras del inframundo, pero de alguna manera quería ir. Llámenlo curiosidad, llámenlo cómo quieran, sólo sé, que me adentraba en la profundidad y lo deseaba.
Sin miedo, sin sentir ninguna emoción, remé por el oleaje ratino.

Entonces él, el guardián, me esperaba, en ese transporte, del que no logré ver su exterior, pero sí, pude ver su interior. Fue muy rápido, apenas recuerdo que estaba remando y acto seguido me vi sentada en el salpicadero del transporte. El guardián riéndose cómo siempre, iba al volante, girándolo diestramente, se notaba que era su principal vehículo. Yo le veía fijamente intentando saber que le causaba tanta risa y supuse que se sentía triunfante por haberme apresado. Yo me limité a ver cómo atravesamos las paredes y que seguían intactas a pesar del hecho. Cuando llegamos, sin dejar de reír cómo un poseso, estacionó de golpe. Yo salí despedida a través del parabrisas.

Caí dentro de una caverna, bastante estrecha pero no tan agobiante, digamos que ocupaba unos tres metros cuadrados, aunque la palabra cuadrado es muy imprecisa, puesto que había muchas estalactitas y estalagmitas, que no se tocaban y dejaban espacio en medio de ellas. Caí allí y de inmediato escuché las voces de los “Asesinos”, Los asesinos, son unos seres toscos, rudos, que llevan unas hachas al más puro estilo prehistórico y les acompañan unos cuernos en la cabeza como si del mismo macho cabrío se tratara, por supuesto que el macho cabrío no es Luzbel o Lucifer, como os guste más, este macho cabrío es un ser que habita en el inframundo pero nada tiene que ver con Luzbel. Prosiguiendo con las características de los asesinos, cabe destacar que van vestidos con unas pieles y que por supuesto su labor consiste en exterminar cualquier ser que se presente en las cavernas. Sí, lo supe de ipso facto, corría un grave peligro, por eso os aconsejé antes que obviaran la parte oscura. Está llena de peligros y de peligros reales, si te matan allí, te quedas, no sé por cuánto tiempo, pero irremediablemente una parte de la energía que utilizaste para acceder a ese espacio se queda allí. Me atrevo a decir, aún sin saberlo o simplemente sin querer aceptarlo, que no sale jamás.
Cerré los ojos con fuerzas y entonces llegaron, en ese momento pude verlos con la mente, ya que mantenía mis ojos cerrados, entraron y otearon el entorno, por un momento sentí que me descubrían, pero no fue así. Una vez que no pudieron encontrarme se fueron de la caverna. Yo abrí los ojos y busque una salida, la experiencia había sido suficiente por ese largo día, que no acababa. La salida no estaba allí como es de imaginar, así que tuve que deslizarme por una grieta.


El Infierno. Tercera Parte.

El Infierno. Tercera Parte.

Continúe el camino bordeado de árboles, recuerdo que el sol estaba en lo alto cuando empecé a recorrerlo, llegué entrada la noche. En el inframundo existe noche y día, en realidad es el mismo sol o luna que se aprecia en este plano, porqué, desde luego, hablo del infierno de esta dimensión, de esta tierra, de este sistema solar.
Llegué a una especie de conjunto de casas de una sola planta, no era propiamente una urbanización, eran como casetas o habitaciones con entradas independientes. Estaban perfectamente alineadas unas al lado de otras, el techo sobresalía y daba una sensación de hogar.
No entré por la puerta cómo se podía esperar, entré sin más. Había una litera, un armario y una cajonera bastante amplia. Empecé a buscar en los cajones, había muchas cosas, recuerdos, recuerdos de esta dimensión. Es increíble cómo puedes ser capaz, una vez muerto, de materializar los objetos que se tuvo en esta dimensión y no ser capaz de salir de allí. Pero ahora no hablaré de ella, de la mujer que habitaba esa casa, porque ya no está allí y me alegra, ahora está mejor.
Dejé de buscar, me acerqué a la ventana, miré a través de ella, la enorme luna creciente, casi rozaba el horizonte oscuro e imposible de definir. Las montañas rocosas y cubiertas de nieves, hacían un contraste de colores blancos y plateados. La nevada había cesado, pero la gruesa capa de nieve se apreciaba como un manto que arropaba toda la ladera. La visión ocupaba media vista y yo me quedé embelesada.

Salí de la caseta y todo había desaparecido, era el momento de irme, de volver aquí.

***

Fui cómo siempre a las oficinas, hacer mi trabajo, ese día no me atendieron y me resultó confuso, llevaba unos informes y debían leerlos. Debían analizarlos, luego yo iría, los recogería y daría mi visto final. Aunque no es determinante, no soy el universo y no, tampoco soy Luzbel. Fue extraño, pero pensé, quieren que observe. Supuse que algún ser estaba preparado para continuar. Debían querer mi humilde opinión.
Decidí dar un paseo, me encontré de frente con esa chica, una que recién había conocido, reía cómo una hiena, la observé y continúe. Ella no era el motivo principal de que no me recibieran, pero era una parte de lo que debía observar. Debo decir, que muchos de los que viven en este plano, también coexisten allí, esa chica la conocí aquí pero una parte de ella está atrapada allí, no sé cuál ha sido la razón, de momento no he tenido su informe y con sinceridad creo que no es de mi incumbencia. Seguí por la odiosa vereda, porque, la risa de la hiena me avisaba de lo que estaba por venir.
Y entonces acabé mi recorrido topándome con el centro del caos. Recuerdan que os comenté que también había sol en los lugares dónde los seres se comportan de forma alegórica y catastrófica, pues llegué a ese lugar.

Observé sus actos y salí de allí, de inmediato supe que estaban corrompidos, supe, que las energías estaban diluidas por todos los espacios, planos y dimensiones del infierno. Y que poco podía hacer.

Entonces fue, cuando tomé el camino bordeado de árboles.

Yenny García Almeida.

El Infierno. Cuarta Parte.

El Infierno. Cuarta Parte.

Ese día, llegué muy temprano cómo siempre, me tocaba observar una serie de actos y luego tendría que descifrarlos. Era una visita a unos guardianes que están recluidos en un recinto, parecido a una especie de castillo, pero más pequeño. Aquellos guardianes, son conocidos cómo los trillizos pelirrojos. Viven en cuerpos muy jóvenes, pero son antiquísimos, están allí antes de mucho.
Recuerdo que llegué y empecé a husmear, aquellos trillizos, poco podían hacerme, de hecho no existe ningún ser en el inframundo que pueda hacerme daño, pero si pueden intimidarme y ellos lo hicieron. No les gusta que vayan a estropear su tranquilidad y menos la de los seres de barro, que son los súbitos de los trillizos y los que habitan ese plano.
De inmediato, al sentir mi presencia, me encerraron en una especie de mazmorra que tienen en el sótano del castillo. Estuve mucho tiempo allí, por un momento pensé que esperaban que se cerrara el portal, para que me quedase con ellos. Pasaron las interminables horas y no encontraba la salida. Las grietas me volvían a mi encierro y sólo me tocó esperar. Me senté en el suelo arenoso y esperé. La puerta se abrió al cabo de un rato y aproveché para salir.

No salí a la sala principal, salí directa a la oscuridad. Los seres de barro, estaban muy ocupados, se dedican a hacer complejas puertas a prueba de arcángeles y a prueba de cualquier ser de luz que vaya al infierno. Siempre intentan que te quedes, ellos necesitan la luz, esa luz que desprenden las energía que envían la corte celestial, es cómo una candelero que les permite apreciar un poco la otra cara, pero aquí, el que es de un sitio, no puede irse a otro, el que es, es, el que no, no es. En fin, no quiero empezar a decir acertijos, pero la conclusión es que sólo los enviados tienen libre albedrío para entrar y salir, pero a la vista está que ellos trabajan día a día para poder apresar a todo aquél ser de luz que entre en sus planos. Están obsesionados con esa idea, de todas formas, nada puede retener la luz allí, ni sus complejas máquinas, ni sus extravagantes puertas, en dónde la salida es una ventana rota.
Estos seres de barro, se llaman así porqué se hicieron de barro y agua. Tienen la cara ovalada y puntiaguda, van con una especie de vestido corto en forma rectangular, para que tengan una idea precisa, es como un jumper pero acaba en falda. Todo muy rígido, parece desde cierta distancia que están sujetos a unas poleas en el suelo, pero la movilidad resulta escalofriante.

Los trillizos, me esperaban en el salón principal, van vestidos al más puro estilo francés del siglo XVIII, parecen adorables, pero no lo son. Sobre todo por sus mechones rizados que caen graciosamente sobre los hombros.
Son fríos y calculadores, nadie les puso allí, nadie les juzgó, nadie decidió que debían permanecer encerrados, ellos están allí aguardando ese terrible plano por una sola razón: poder. Poder para reinar, poder para entretenerse, poder para decidir. Hay una lucha de poderes constantes en el inframundo, dónde los únicos que son capaces de mantener a raya esta lucha de poder, son los gatos. Pero de los gatos hablaremos más adelante.

Yenny García Almeida.

El Infierno. Quinta Parte.

El Infierno. Quinta Parte.

Debería seguir con el día anterior, pero acabo de llegar del inframundo. Y debo contaros lo que he visto. No es la primera vez que observo o mejor dicho que escapo de este ser, así que creo que merece la atención en el día de hoy.

Fui esta vez, a verificar unos seres que tiene atrapados en su plano. Lo peculiar de este plano es que está repleto de puertas, hay puertas por doquier. Pero sólo puedes acceder a unas pocas, generalmente están amuebladas y ofrecen una especie de extraño confort.
Habían personas caminando por todas partes presas de un frenesí, frenético, yo, estaba buscando a una chica en especial, no la recuerdo de esta dimensión pero tengo la sensación de que no es la primera vez que la busco. Ella no atiende a razones sólo quiere salir de allí y debo ayudarla, pero no es fácil, ni siquiera lo es para mí.

Este ser resulta que es un demonio, los demonios, a diferencia de lo que creen los humanos de este plano, son seres humanos que se quedan atrapados en los diversos mundos que existen, cuando hablo de mundos, me refiero a planos y dimensiones. Los demonios nada tienen que ver con los ángeles caídos. Los ángeles caídos son ángeles y los demonios son seres humanos corrompidos que no quieren evolucionar, se sienten cómodos cómo están y utilizan los miedos terrenales para hacerse cada vez con más y más poder. Así que empiecen a entender que los seres humanos excusan su lado negativo, su lado oscuro, con la presencia de un diablo que sois vosotros mismos. La próxima vez que os refiráis al señor de las tinieblas, háganlo con respeto, porqué a Luzbel le molesta en demasía que se compare con un demonio, que es un humano muy inferior en la escala evolutiva dónde se encuentran las especies, para que más o menos entiendan, los humanos están casi rozando el núcleo terrestre ¿Me explico?.
Piensen, desde el ser más inferior hasta el universo en sí mismo, pues los humanos ocupan uno de los escalones más bajos. Y al parecer en vez de subir, tienden a bajar cómo es el caso de los demonios. Siguiendo con la explicación de este ser, os contaré que si lo encontráis alguna vez, salí corriendo, por vuestro bien, yo he tenido que permanecer fuera de su entorno, es mejor que no me vea de momento, necesito salvar a la chica, lo necesito.

Ella está muy perdida, ni siquiera es su culpa, una parte de su energía está atrapada allí por los pecados de sus ancestros. Ella tiene luz y yo la sacaré del infierno. Aunque ese demonio no me lo pondrá fácil, está sediento de luz, hace mucho que no ve con los ojos terrenales, les fueron sesgados de raíz, ya no tiene, en su lugar solo hay una membrana que le ocupa media cara y que sólo deja a la vista una dentadura raída y sucia. Siento pena, ojalá pudiera ayudarle, ojalá él también se dejará ayudar, pero es una utopía, jamás querrá salir de allí, ya no conoce otra cosa, ya se le olvidó que es la luz.

Yenny García Almeida.

El Infierno. Parte Sexta.

El Infierno. Parte Sexta.

Creo recordar que estábamos hablando de los trillizos pelirrojos, sí, así es. En fin, sólo quiero comentar que he vuelto a encontrarme con el ser de la anterior parte, más, en este momento, no hablaré de ello.

Allí estaban ellos, increíbles, con esas miradas que esconden años y años de sapiencia. Parecían pequeños muñecos, blancos cómo las nubes de un cielo despejado, pelirrojos igual a la sangre y fríos tal cual lo es, el glaciar más antiguo.

Me esperaban, cómo si no tuviesen prisa, sentados en sus tronos de oro y rubíes. Con unos cetros, pero sin coronas, en realidad, no faltan esos detalles.

Creí que nuestra charla iba a ser fluida, pero eso no suele pasar en ninguno de los planos conocidos. Ningún ser mantiene una charla fluida. A veces, yo, mantengo charlas coherentes, con seres cómo yo, que habitan aquí y allá.

Pero centrémonos en los trillizos, en realidad, la conversación, fue efímera y extraña. Tan breve fue, que apenas entendí que querían.
La única expresión que me dieron, fue sus extensos vómitos de sangre. Sí, han leído bien, sangre. Vomitaban sangre, los chorros de sangre fluían por doquier, pero no me tocaban, ni siquiera llegaron a rozarme. Los tres esparcieron sus expresiones por el suelo, que desaparecían de inmediato.
Entonces entendí, lo que me decían.

Uno de ellos, paro el acto. Y me miró, cómo se mira a una Diosa, con adoración, pero de inmediato su mirada cambió y supe que debía irme.

Las puertas del palacio, se abrieron de par en par, y ahí estaba él.
Él, es un ángel corrompido, pero venía a buscarme, creo que hizo un pacto con el Universo, creo que se ofreció a velar por mí y será recompensado con la vida.
Me cogió de la mano y empezamos a correr, el portal se cerraba inevitablemente. Recórcholis y perdonen la expresión, pero vaya con los trillizos, casi me dejan allí. Aunque está mi compañero que siempre vela por mí, ese compañero, que le gusta mucho tomar la forma de un felino. Pero en está ocasión vino ese ángel y corrimos. Llegamos al portal y lo cruzamos.

Y yo volví a esta dimensión.

¿Quieren saber lo que significa esas expresiones?, sí lo sé, quieren saberlo.
Pero ya lo saben. Razonen, piensen, mediten y háganlo con coherencia, no desvaríen, no sigan desvariando y empiecen a creer.

Yenny García Almeida.

El Infierno. Séptima Parte.

El Infierno. Séptima Parte.

Podría contaros miles de cosas más sobre el infierno. Podría explicaros los detalles más profundos del inframundo. Lo conozco tan bien que hasta a mi misma me da respeto.
Se podría decir que forma parte de mi creación, una creación escrita, vivida o soñada, pero real cómo está dimensión, cómo este plano, cómo esta vida.
Pero desde luego no os puedo decir más. No puedo seguir contado más cosas, quizás es lo que buscan, para entrar en esta realidad.
Ficción y realidad, ¿qué es la ficción y sobre todo que es real? Todo es ficción y todo es real. La cuestión está en creer. En saber si lo sabes, o simplemente en saber si lo deseas.
Para todos es terrible la idea de ir al infierno pero en todos existe la necesidad ferviente de que sea real. Porqué da una esperanza de seguir existiendo, aunque sea en otro plano y los seres vivos desean la eternidad pese a lo que pese.
Somos eternos, cambiamos de forma, cambiamos de planos y existencias pero siempre vivimos. En algunos planos, como sucede con frecuencia en el infierno, somos incapaces de recordar las otras vidas, los otros acontecimientos, pero tenemos la seguridad de que por alguna extraña razón estamos aquí o allá, o quizás cerca del big ban y ni siquiera lo sabemos.

Porque a caso saben dónde están, ¿lo saben a ciencia cierta? O quizás simplemente estemos en un bucle que no nos permite ver más allá.

Oh sí, el cielo, todos quieren saber cómo es, ya lo saben. Ya sabemos todo. Pero no tenemos el valor de aceptarlo. Sólo queremos ver lo que deseamos, más nunca veremos la realidad.

Y dicho esto, yo voy a descansar, total, es el séptimo día ¿no?

Yenny García Almeida.



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